Liderazgo y la vulnerabilidad.
Tiempo de lectura: < 1 minutoHe estado atento durante estos días a varios podcasts, debates, artículos y tweets. Parte de lo que se barajaba (y criticaba) era que la postura de Sánchez fuese una estrategia, y quiero comentar algo al respecto.
Vale la pena recordar que el propio carácter es una estrategia. Lo que ocurre es que es inconsciente. Pero lo es. Una estrategia para sobrevivir, para conseguir determinados beneficios y protegerse de determinados riesgos.
La estrategia es una parte inherente de la vida, incluso cuando no somos conscientes de ella. Ejemplos como la rápida vuelta al trabajo de Soraya Sáenz de Santamaría tras el parto contrastan con la decisión de Carolina Bescansa de llevar a su bebé al Congreso. Ambas acciones, conscientes o no, generan reflexiones sobre roles de género y equilibrio entre vida personal y profesional.
Pedro Sánchez, al tomarse un tiempo y mostrar vulnerabilidad, desafía la noción de masculinidad infalible. Su gesto, aunque limitado por el protocolo presidencial, es significativo en un contexto donde la autoexplotación es común. Mientras Rajoy optó por el silencio ante la adversidad, Sánchez opta por la transparencia, lo que puede decepcionar a quienes buscan un líder infalible pero también promueve una madurez en la responsabilidad personal y ciudadana.
Este debate trasciende lo ideológico y nos lleva a cuestionar nuestras propias percepciones sobre el liderazgo y la vulnerabilidad. ¿Cómo afectan estos gestos a nuestra concepción de la autoridad y la responsabilidad individual?