El periodismo fake y la “ametralladora de falacias”
Tiempo de lectura: 2 minutosEn nuestro Estado hay tres poderes oficiales que lo conforman: legislativo, ejecutivo y judicial. Y al periodismo se le llama el cuarto poder como una forma de reconocer su importancia en la sociedad y su relevancia para el buen funcionamiento del Estado.
Para que haya un buen funcionamiento debe haber división de poderes. Es decir, que aunque se interrelacionen, el interés particular (como el de un partido político concreto) no pueda inferir en ellos (como elegir jueces a dedo y, por tanto, tener influencia en sus decisiones judiciales). En nuestra sociedad, la división de poderes debería extenderse tambien al cuarto poder. Pero no es así, todo lo contrario.
Votar a una pluralidad de partidos y que esto se haga libre y regularmente es una de las condiciones de una democracia. No es la única, ni mucho menos, pero sí la esencial. Y para que uno pueda votar libremente debe tener información veraz, contrastada y contextualizada. Además debe poder reflexionar sobre ella y saber diferenciar una opinión o línea editorial de una noticia.
La ametralladora de falacias
Feijóo utilizó una táctica muy precisa. Se llama “ametralladora de falacias” o “galope de Gish”:
“El Gish gallop, también conocido como galope de Gish o ametralladora de falacias, es una estrategia de debate que se basa en abrumar al oponente con la mayor cantidad de argumentos posibles, sin preocuparse por su exactitud o solidez. Esta técnica fue acuñada por Eugenie Scott y lleva el nombre del creacionista Duane Gish, quien la utilizó con frecuencia contra los defensores de la evolución. El objetivo principal del Gish gallop es dificultar la refutación inmediata y poner en duda la capacidad del oponente para debatir.”
- Puedes conocer más sobre este tema en https://muhimu.es/economia/galope-de-gish-contaminar-el-debate/#¿que_es_el_galope_de_gish_o_gish_gallop
Steve Bannon, el ideólogo de la campaña de Trump lo definió como “Hay que inundarlo todo de mierda y de mentiras para que se ahoguen en ellas intentando desmentirlas”. Esto solo es posible con la connivencia de los periodistas.
La sensación, para una mayoría de la audiencia, es que fue bronco, que se pisaban y no se dejaban hablar. Es fácil percibir eso cuando uno se dedica a mentir y el otro a ofenderse ante esas mentiras. Sánchez perdió los papeles y Feijóo, dicen los medios, que ganó el debate. No deja de ser eso una muestra de la ética de los medios.
A pesar de lo que pareciera, desde mi punto de vista, los protagonistas ayer no fueron Sánchez y Feijóo, fueron Vicente Vallés y Ana Pastor. La “ametralladora de falacias” solo es posible si los moderadores no intervienen, si con su silencio validan las mentiras y permiten la frustración del oponente. El periodismo desapareció, murió, una vez más, y con ello la democracia se debilita.