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Lola Hoffmann, entrevistas y notas. 3era entrega: el planeta en riesgo

Tiempo de lectura: 16 minutos

Textos aparecidos en la edición del compendio publicado por Iniciativa Planetaria para el mundo que elegimos.

El Planeta Amenazado,
(textos publicados a mediados de los 80)

El hombre, a causa de una conducta insensata respecto de sí mismo y de la naturaleza, ha llegado a montar el aparato gigantesco de una civilización cuyo desarrollo se ha vuelto ya altamente nocivo para la vida. No es necesario argumentar mucho para probar que se ha llegado ya hasta esa etapa en esta gran crisis que nos afecta ,pues, la violencia, la confusión, la degradación de las costumbres y la amenaza de una destrucción total de la vida en el planeta, son ya realidades que todos podemos percibir.
Con todo, no se puede decir aún que la conciencia de la humanidad haya despertado y haya adquirido el grado de sensibilidad e información que se requiere para reaccionar ante la magnitud del peligro que se cierne sobre todos por la devastación brutal de los ecosistemas de la naturaleza y por la posibilidad cada día más cercana de ser todos aniquilados por una súbita e inesperada conflagración atómica.
Hace ya unos 15 a 20 años se escuchó algo semejante a un grito mundial de sorpresa y miedo cuando aparecieron las primeras publicaciones sobre el tema que más tarde todos conocieron con el nombre de «ecología».
El libro que sobre este tema escribió una mujer de nombre Raquel Carson fue el primer aviso que recibimos de que no vivimos en un mundo tan seguro como creíamos, que algo sucedía con el uso indiscriminado de algunas substancias, como por ejemplo los insecticidas.
Esta publicación fue seguida de muchos otros libros y artículos de prensa, que motivaron un significativo cambio en la actitud pública de muchas personas, sobre todo en los países así llamados «desarrollados».
El principio básico de este cambio se puede resumir brevemente como sigue: Las crisis pueden ser prevenidas con una planificación sabia y una actitud responsable.
Por aquellos tiempos iniciales de la toma de conciencia sobre este problema, surgió un movimiento llamado STOP. Nombre que es una sigla formada por las iniciales de las palabras : «Save tomorrow oppose polution», vale decir: «Salva el mañana, oponte a la polución».
En Chile el eco de este movimiento ha sido insignificante y sólo están informados de él contadas personas.
A fines de la década del 70 cayó en mis manos un libro de Gordon Rattney Taylor. Al leer este libro uno tiene la impresión de que el ser humano está totalmente incosciente del hecho de que la naturaleza no es esa gran madre permisiva en que todos creemos, y que a veces puede vengarse cruelmente cuando se destruyen sus eco-sistemas.

Lo Paterno y Lo Materno

Por el testimonio de la mitología y de la historia antigua, corroborado por todas las investigaciones sobre la vida del pasado de la humanidad, resulta hoy evidente que la relación que hay entre el ser humano y la naturaleza correspondió siempre a la relación que existe entre lo masculino y lo femenino.

Así, cuando los pueblos piensan que son los dueños de la naturaleza, entonces el hombre piensa que es dueño de la mujer.

Cuando la naturaleza es explotada y usada para beneficio del ser humano, los hombres piensan que pueden usar de las mujeres para su propio beneficio.
Si la industria se hubiese desarrollado guiada por seres humanos que en su conjunto hubiesen representado un armonioso complejo de energías masculinas y femeninas, no estaríamos en estos momentos ante el triste espectáculo de un suicidio programado.
Uno se pregunta ¿por qué es necesario despertar al hombre a un nuevo tipo de pensamiento? ¿por qué necesitamos un nuevo espíritu en este tiempo para todo el planeta?
Porque el sistema que nos rige, en todas las latitudes del mundo, carece de fundamentos y principios que sean compatibles con la naturaleza y la dignidad humana. Se impone, en consecuencia tomar conciencia del sistema en que vivimos y funcionamos, pues estamos tan familiarizados con él que nos parece un fenómeno natural. Incluso nos parece que ese sistema es la esencia del ser humano.
El tremendo desastre ecológico de los últimos decenios, la cercana posibilidad de la muerte de la humanidad toda, no ha sido provocada por todos los hombres, sino sólo por aquellos que tienen un efectivo poder sobre la naturaleza y las condiciones de vida de la humanidad. Ni las mujeres ni la juventud piensan de esa manera destructiva y se oponen instintivamente a todo empeño de destrucción.

La destrucción radical la están provocando los varones adultos.

Por la forma como lo están haciendo se podría decir que el varón arruina y destruye hoy en forma compulsiva, pues está afectado por un catastrófico desorden en su esfera instintiva.
Organiza la vida dándole una forma social en la cual sólo él ha de decidir. Todo lo organiza para sí, todo lo controla, como si el mundo le perteneciera, tanto la naturaleza como los pueblos.
Ha creado una cultura en la cual sólo interesa el varón. Así, la ciencia y la política son posibles sólo cuando los varones se relacionan entre sí. Así también, la producción y la guerra no son imaginables sin un sistema de relaciones entre varones. En este sistema a la mujer le está prohibido participar. Se la incluye sólo en forma limitada para servicios económicos, para determinados trabajos, para la producción y para la satisfacción del hombre.
De modo que, a juzgar por los frutos de una larga serie de milenios, se puede concluir que la sociedad patriarcal está concebida de una manera tal que atenta contra la armonía de la sociedad humana.
Se supone que la especie humana existe sobre el planeta desde hace varios millones de años. Contra esa larga residencia en la tierra, el patriarcado, que sólo data de los últimos 7000 años, se reduce a una insignificante parcela del tiempo.

La Explosión Demográfica

En 1850 el número de habitantes del planeta alcanzó a 1000 millones. En 1930 se contabilizaron ya 2000 millones, y sólo 30 años más tarde, o sea, en 1960, se contaron más de 3000 millones. En 1975, es decir, sólo 15 años más tarde, ya habíamos alcanzado los 4000 millones. Se prevé que entre los años 1985/86 se alcanzará la suma de 5000 millones y 6000 millones entre 1993/96. Alrededor del año 2000 contaremos 7000 millones.
Todos tienen tal vez una cierta idea del peligro que representa esta explosión demográfica. Cabe preguntarse ¿por qué los científicos no nos han advertido? Si bien, hemos sido advertidos, resulta que el mundo continúa, a pesar de todo, sorprendentemente poco impresionado.
En lo que se refiere a los eco-sistemas, se observa que el hombre, por su manera de actuar, revela tener una intención manifiesta de destruirlos. Tal es la conclusión a que llega el ecólogo Mont Cole en su artículo «¿Logrará el hombre salvar el mundo?».
Por su parte el científico sueco Lofroth llama la atención sobre las muchas posibilidades existentes hoy de que ocurra una tragedia «global» si los humanos seguimos insistiendo en nuestras incontroladas costumbres.

La Gran Contaminación

Hace ya muchos años que se llamó la atención sobre el hecho de que las múltiples substancias liberadas por los trabajos del hombre, diseminadas por el ambiente, se acumulan, se suman y se potencian mutuamente en sus efectos.
«Creo, dijo el autor de la obra «Science and Survival», que estos efectos pueden resultar mortales para los complejos sistemas de la biosfera», vale decir, para nuestra fuente de oxígeno, lo cual significa que muy pronto este planeta dejará de ser un lugar conveniente para la vida.
Bien puede ser que los científicos no se hayan expresado de una manera detallada y clara para todos, pues la mayoría de nosotros no tenemos idea de lo que es la biosfera. Decenas de miles de años hemos vivido en un mundo que, aparentemente, tenía ilimitadas posibilidades: los árboles cortados la naturaleza los recupera sin nuestra cooperación; por muchas suciedades que echábamos en los ríos, lagos o mares, la naturaleza se encargaba de limpiarlo todo, como asimismo los humos y gases que echábamos al aire.
Pues bien, hoy ya no hay ninguna esperanza cierta de que la naturaleza pueda realizar como antes su labor vital de auto-limpieza.
Con todo, conservamos aún un optimismo primitivo, una fe ingenua y beata, que se vuelve ya claramente «idiotez» en todo lo que se refiere al progreso y a lo que aún creemos ser la inviolabilidad de la naturaleza.
¿A quién se le ocurre pensar que posiblemente muy pronto ya no vamos a tener suficiente aire que respirar, ni suficiente agua que beber?
Las fabricas, los autos, los aviones, por supuesto también las pruebas nucleares, gastan cantidades inmensas de nuestra atmósfera disponible. Pues la tierra, después de todo, es una nave espacial con reservas bastante limitadas para nuestras insaciables expectativas de «progreso» y la capa aprovechable de aire no se eleva sobre el suelo a más de 12 km.
Es la vida vegetal la que ha producido el oxígeno y su cantidad y pureza dependen estrechamente de ésta. El oxígeno no nos llega del cosmos, son las plantas que lo producen.
Cuando la vida vegetal se destruye no hay oxígeno, cuando se destruye el oxígeno, no hay vida.

Los Grandes Pecados Ecológicos

Son pocos los que están informados del hecho de que los grandes lagos europeos están totalmente muertos. El lago de Zurich, el Tegernsee, los bellos lagos del norte de Italia, están todos sin vida a causa de substancias contaminadas introducidas en ellos por las aguas sobrantes de la industria y de las grandes ciudades.
El lago más grande del mundo, el Baikal de Rusia, está también desprovisto de toda vida debido a la proximidad de una gigantesca industria de madera y papel.
Los países europeos se contaminan mutuamente. Así, los holandeses, por ejemplo, que viven cerca de la desembocadura del río Rhin, reciben aguas contaminadas de Alemania. Los suecos se quejan de que los ríos se acidifican por el dióxido de azufre procedente de las industrias de acero de Alemania e Inglaterra, tóxico que es llevado con las lluvias a Suecia.
Los escoceses observan que las truchas que ellos crían en los lagos se mueren cuando su alimento, que consiste en las larvas de cangrejo, proceden del Great Lake City. La razón se halla en la gran cantidad de insecticidas que ensucian las aguas y que es absorbida por dichas larvas, lo que después se deposita en los tejidos de las truchas, causando su muerte.
Cuando se echan pequeñas cantidades de aguas sobrantes en los ríos, el ecosistema logra purificarlas, de modo que 20 km más abajo no quedan ya vestigios de impureza. Pero si se echan grandes cantidades, como ocurre a diario, mueren las bacterias que limpian los ríos, los cuales pierden su capacidad de autopurificarse, aún cuando después se echen sólo pequeñas cantidades de aguas contaminadas. Entonces se dice que el ecosistema ha hecho «colapso».
Para esta trágica variante se ha acuñado el nuevo concepto de «súper polución».
Lo mismo se puede decir para todas las interferencias introducidas por el hombre en el ambiente. Este soporta considerables cantidades de calor, de polvo, soporta que desmonten los bosques, etc. Pero llega al fin el punto en que todo el sistema hace colapso. A este fenómeno preciso es al que se da el nombre de «catástrofe ecológica», el cual puede resultar irreversible.
Lo que alarma hoy a los biólogos no es tanto el cambio físico que experimentan los elementos, sino el colapso de las cadenas biológicas de causas y efectos.
Como ya se ha explicado: toda sociedad cerrada de organismos cuya vida depende de la vida de otros, se llama ecosistema. Son pues, estos ecosistemas, los que colapsan.
Se puede decir que la nave espacial Tierra es un gigantesco ecosistema. No todas sus relaciones internas nos son conocidas.
Pero la advertencia de los científicos tuvo poca resonancia, porque sólo contadas personas saben lo frágil y complicados que son estos ecosistemas. Resulta que hoy lo que antes hemos llamado «súper polución», se ha vuelto un problema mundial.

La Contaminación Del Cuerpo Humano

Las partículas de dióxido de carbono y plomo son llevadas por la atmósfera a increíbles distancias. Sobre la India se encuentra polvo en suspensión hasta 7000 metros de altura. A esta altura se detecta también DDT.
En el cuerpo de los hindúes hay doble cantidad de DDT que el que se detecta en los habitantes de USA, los que, a su vez, tienen doble cantidad que los británicos.
Los insecticidas y otras substancias similares se encuentran repartidas en toda la superficie del planeta y pueden detectarse en los cuerpos de todo el mundo animal, incluso los pingüinos.
El contenido de plomo en el Océano Pacífico y en el aire que hay sobre este océano, ha aumentado considerablemente cuando se comparan los datos actuales con los de la época pre-industrial.
En los riñones de los japoneses se encuentra depositado el cadmio que es una substancia extraordinariamente tóxica.
En todos los mares se encuentran cantidades medibles de radioactividad producida por el hombre.
La humanidad se encuentra en una situación extrema de peligrosidad, pues el hombre (el patriarca) ha olvidado que no está solo. Que es una especie entre millones cuya existencia depende de muchas otras.

El Ataque Indirecto

La destrucción de una especie de la cual depende la vida del hombre (aunque éste lo ignore) puede dañar a los humanos como si éstos fuesen atacados directamente.
Vivimos en un ambiente sumamente complejo constituido por elementos y energías en estrecha y misteriosa interdependencia. La lesión de este ambiente puede dañar directa o indirectamente la vida humana.
En la actualidad la población del mundo se duplica cada 35 años. Es de suponer que el punto crítico ya no está lejos.
¿Podremos resolver estos problemas en el poco tiempo que nos queda para actuar sensatamente?
Se sabe que el 70 por ciento de las reservas de oxígeno de nuestro mundo lo proveen las diatomeas, que son diminutas plantas del mar (el fitoplacton) que constituyen a su vez una fuente importante de alimentación de los peces. Sólo el restante 30 por ciento del oxígeno lo proveen las otras plantas verdes mediante la fotosíntesis, proceso en el cual, el oxígeno es generado como producto accesorio.
En algunas partes de los océanos, la aplicación de inmensas cantidades de insecticida provoca la disolución de éstos en las aguas marinas, y su absorción por parte de la diatomeas, llegando de este modo a los peces.
Los herbicidas, por su parte, son también capaces de eliminar a las diatomeas, lo que ya está provocando consecuencias catastróficas para la producción de oxígeno.
En caso de una guerra, aunque ésta se hiciera con el armamento llamado «convencional», el transporte de substancias tóxicas por una parte y el empeño del enemigo de hundir los barcos transportadores, por otra, representaría un tremendo peligro.
Hoy, gigantescas cantidades de oxígeno son consumidas por cualquier vehículo terrestre o acuático, y sobre todo por aviones. Se calcula que en los tiempos que vivimos por lo menos 3000 aviones a reacción están permanentemente en vuelo, lo que significa una pérdida de oxígeno de 16 millones de toneladas por año. A este dato hay que agregar el aumento constante del movimiento aéreo. Cortamos, sin pensar mucho, grandes bosques para sembrar pasto y cereales, los cuales producen mucho menos oxígeno que los árboles.
Hay miles de procesos en constante actividad que consumen nuestro oxígeno.
Si finalmente el hombre logra acabar con toda especie de vida, el oxígeno, por la ruptura del ecosistema que le es propio, seguiría disminuyendo solo, formando reacciones no biológicas con otros gases y nitratos.
La vida en todas sus manifestaciones sabe mantener por sí misma el ambiente apropiado para el desarrollo de las creaturas. Todo cambio artificial de este ambiente empeora las condiciones vitales.
Son tantas las tremendas e irreflexivas iniciativas del hombre actual encaminadas a la muerte, que es imposible dar siquiera una idea aproximada del desastre que se ha producido en las últimas décadas de este siglo fatal.
Sólo por ilustrar brevemente algunos aspectos adicionales de la catástrofe, antes de llegar al tema principal sobre este particular cual es el de la energía nuclear: los científicos apenas han principiado a conocer bien el proceso de la circulación del aire en la tierra. El gigantesco aumento de la población, la urbanización, la agricultura, todo ese conjunto crea problemas nuevos en ese sentido, y la abusiva conducta del hombre provoca tales alteraciones que ya se están profetizando nuevas edades glaciales; se profetiza la muerte de la tierra por el calor, se profetizan tremendas alteraciones en el equilibrio de grandes poblaciones animales y conjuntos vegetales, causados por mezcla de diferentes especies provenientes de las partes más heterogéneas de la tierra.
Y todos los hombres nos tenemos que contentar con ser mudos testigos de todas estas locuras realizadas por los poderosos.
Es necesario estar informados por ejemplo de que todos los problemas producidos por los parásitos los hemos causado nosotros. Un típico ejemplo de la solidaridad que existe en la naturaleza entre plantas y animales, es el huerto frutal. En él todas las plantas, con excepción de los árboles mismos, se arrancan. Para defenderlos se han usado toda suerte de pesticidas e insecticidas, y se ha evitado mediante cercos la entrada de animales mayores. Con todo, los así llamados «ácaros rojos» se ha vuelto un problema mundial. Huertos no protegidos no conocen este problema. La investigación ha demostrado que el ácaro tiene no menos de 45 enemigos naturales. Todos ellos por supuesto eliminados mediante insecticidas.
Últimamente se trató de reconstruir artificialmente la multiplicidad natural de las especies, pues 150 de ellas han sido eliminadas por el hombre. Es tarde para emprender ya algo a favor de ellas.
Las plantas también están amenazadas, pues, es simplemente una locura permitir la destrucción de variantes genéticas que han sido producidas por la naturaleza en el curso de millones de años.

Grandes Venenos Ambientales

Cada año, cada día, aparecen nuevos venenos ambientales. Sólo en los últimos años se ha llamado la atención sobre la peligrosidad del asbesto. No sólo los trabajadores que laboran en la industria del asbesto se enferman de un cáncer llamado MESOTELIOMA que ataca a la pleura y el peritoneo, enfermedad antes casi desconocida. Ocurre que las balatas y las partes de los cambios de los automóviles recubiertas con asbesto se gastan, diminutas partículas de asbesto se encuentran en el aire de las grandes ciudades a causa de su uso en las mencionadas partes de los vehículos, representando un peligro mortal para la población.
Fuera del DDT, es la dieldrina y otros productos similares los poderosos venenos diseminados hoy por el ambiente, los cuales se acumulan en los tejidos.
Entre estos venenos, el mercurio, merece una mención especial. Metal de alta toxicidad, que es volátil y que se halla diseminado por el aire en cantidades cada vez más grandes. Produce gingivitis, diarrea, graves trastornos psíquicos, tales como angustia, depresión, timidez, irritabilidad, cansancio, somnolencia, dolores de cabeza, llegando a veces hasta las alucinaciones. Los productos residuales de las industrias son los causantes de un nivel muy alto de mercurio en el aire.
En Suecia, donde se usa el metilo de mercurio para desinfectar los granos, hubo una gran mortalidad de aves.
También los peces tienen concentraciones peligrosas de mercurio. Los desperdicios de las fábricas de papel y de cloro contribuyen a envenenar el mar, de manera que el consumo de pescado se ha transformado en un peligro.
En Inglaterra y en Japón el mercurio ha causado problemas por estas razones.
Otro poderoso veneno ambiental es el plomo.
Últimamente la producción mundial de plomo ascendió a 4 millones de toneladas por año, o sea, 40 veces más de lo que hubo en tiempos preindustriales.
Sobre este particular, el mayor peligro lo representa el procedente de los automóviles, pues a la bencina se le agrega tetraetilo de plomo contra los golpes de los motores. A causa de esto se ha demostrado que los habitantes de las ciudades tienen un nivel considerablemente más alto de plomo en la sangre comparado con la gente que vive en los campos. La población de USA está constantemente expuesta a la intoxicación crónica con plomo.
Entre todos estos venenos tal vez el más tóxico sea el cadmio, que produce trastornos renales y del sistema nervioso central.

La Radioactividad

El veneno ambiental más diabólico es la radioactividad. En lo que sigue me remito a algunos datos que extraje de una entrevista hecha a Hellen Caldicott por el editor de una revista norteamericana el año pasado.
En lo que armamento nuclear se refiere, actualmente hay unas 35 naciones que tienen capacidad para producirlo, y se calcula que hacia el año 2000 aproximadamente 100 naciones habrán adquirido tal capacidad.
Durante una visita a la URSS la doctora Caldicott descubrió que la paridad de armamentos nucleares entre las dos superpotencias se hallaba en serios peligros de desequilibrarse. Asimismo pudo informarse de que muy pronto el sistema de alarma de todos los dispositivos estratégicos nucleares será manejado por satélites y computadoras, lo que los dejará fuera del alcance del control directo de los hombres.
En su entrevista la Sra. Caldicott reveló el más grande secreto acerca del peligro que corre actualmente la humanidad por la posibilidad de un error en el funcionamiento de estos sistemas. El secreto concierne a un error cometido por una computadora el 9 de noviembre de 1980. Ese día, un empleado del Pentágono colocó una de las cintas de ataque nuclear en el computador, la cual estaba programada a modo de un ensayo estratégico. Pues bien, el computador, a raíz de un desperfecto en sus conductos interiores tomó el ensayo por un ataque real. Todos los sistemas norteamericanos que controlan el manejo de los mísiles atómicos estuvieron en alerta durante seis minutos. Felizmente no se pudo encontrar oportunamente al presidente de la república a quien compete la responsabilidad de autorizar el ataque nuclear en el séptimo minuto. Dice la doctora Caldicott: «si en 20 minutos todo esto no se hubiese parado, nosotros no estaríamos aquí en estos momentos…»
Veinte minutos es el tiempo límite para un ataque nuclear de represalia por parte de la URSS; podría haber sido una guerra nuclear a escala total.
La Sra. Caldicott dio a conocer también algunas estadísticas sobre la cantidad de armamento nuclear acumulado. En los años 60, dijo, el entonces secretario de defensa Robert Mac Namara, calculó que 200 a 300 ojivas nucleares serían suficientes para matar a un tercio de la población de ambas superpotencias y destruir los dos tercios de sus industrias.
Hoy las cifras se han elevado a varias decenas de miles de ojivas nucleares. La mayoría son bombas de Hidrógeno, varios miles de veces más poderosas que las bombas de Uranio lanzadas en Hiroshima y Nagasaki.
A bordo de submarinos provistos de tubos lanza mísiles hay hoy, en cada uno de ellos, suficientes bombas como para destruir todas las grandes ciudades del hemisferio Norte.
Con el ritmo que lleva la producción de bombas de Hidrógeno (3 a 10 bombas diarias) ambas superpotencias disponen de un poder suficiente para exterminar toda forma de vida del mundo y destruir 30 o 40 veces la población de ambas superpotencias.
Una guerra nuclear toma 2 horas en constituirse. Si Ud. Vive en un área objetivo -dice la doctora Caldicott- y se las arregla para refugiarse en un sótano antinuclear, no tendría ninguna posibilidad de sobrevivir, porque las tormentas de fuego serían inmensas. Una bomba de 20 megatones equivale a 20millones de toneladas de TNT. Esta bomba crearía una tormenta de fuego de 3000 millas cuadradas. Este fuego utilizaría todo el oxígeno del aire, de modo que si Ud. Viviese en un refugio se asfixiaría. Tampoco Ud. Desearía sobrevivir.
Si vive en un área rural y dispone de tiempo para introducirse en un refugio, no podría salir de él por espacio de dos semanas, porque los isótopos radioactivos de corta vida, son tan intensamente
radioactivos que la muerte sería instantánea.
Si Ud. Sale al exterior, después de dos semanas, desde el punto de vista psiquiátrico, Ud. Sería ya un psicópata declarado.
Es interesante, y macabro a la vez, el hecho de que el Manual de Defensa Civil del Pentágono recomiende enterrar velozmente a los millones de muertos en putrefacción, antes de que las enfermedades se declaren con una virulencia que sería imposible controlar.
Se sabe que en un hábitat radioactivo las bacterias y los virus se multiplican y se mutan hacia formas más virulentas.
Ud. Puede, en fin, dejar correr su imaginación un poco y tendrá una visión de la tierra, después de varias generaciones, habitadas por humanoides errantes irreconocibles para los seres humanos.

La Esperanza

La doctora Caldicott, interrogada acerca de si existe una receta para movilizar a la gente a fin de que comience a trabajar efectivamente para evitar la guerra nuclear, contestó: «Existe una tremenda porción de la humanidad con coherencia para entrar en acción: las mujeres. Nosotras tenemos un desarrollado instinto de crianza. Creo que si nos movilizamos, lograremos salvar la tierra, pero no disponemos de mucho tiempo. No se trata de un mero postulado feminista, las mujeres no tenemos necesidad de volvernos feministas para comprender que nuestros hijos quizás no sobrevivan al año dos mil si se dejan pasar los próximos 5 o 10 años sin hacer nada al respecto.
Ahora las mujeres debemos ponernos en movimiento, o todos seremos aniquilados en un tiempo que tal vez no está ya muy lejos.
La señora Caldicott propone también que los grupos ecológicos y antinucleares tomen el problema de la carrera armamentista como parte de sus programas de trabajo, sin abandonar sus respectivos proyectos.
A la pregunta ¿a què prácticas espirituales recurre Ud. para nutrirse a sí misma? La señora Caldicott respondió: «Hago meditación diariamente y también hago oración, y ello me ayuda mucho. Recibo mucha fuerza de estas prácticas. Hace dos años que yo era atea. Ahora se que existe una fuerza superior a la cual recurrir, y eso me ayuda mucho por cierto».
A juzgar por lo que dice la señora Caldicott y los planteamientos con que di comienzo a este escrito, podrían Uds. concluir que yo cifro toda mi esperanza en las mujeres. Para aclarar este punto haré notar que las denominaciones «seres humanos» y «patriarcas» empleadas en párrafos anteriores, corresponden a una clasificación de la especie humana en dos categorías, siendo los últimos esos hombres que actualmente tienen todo el poder en sus manos. Pues bien, ellos, junto a sus mujeres totalmente corrompidas por el sistema milenario del patriarcado, carecen de todo lo que podríamos llamar «espiritualidad». Con todo, nadie en estos momentos, se puede dar el lujo de ser pesimista, o sea, cómodo. Hay que abrir los ojos, leer, escuchar, para darse cuenta, para entender que, paso a paso, los seres humanos comienzan a observar que el espíritu y los procesos de la naturaleza andan de la mano y que la integridad de la tierra es una necesidad dictada por la ética. Ya se advierte la presencia de un nuevo espíritu que principia a guiar las opciones y acciones de millones de hombres en el mundo.
Ya nos hemos dado cuenta, la mayoría de nosotros, de que ningún político jamás ha sido capaz de comprender la enormidad de la crisis que nos amenaza. Ningún gobierno, sea de derecha., de izquierda o de centro ha podido solucionar los problemas que plantean la lucha fraticida, el agotamiento de los recursos naturales, el envenenamiento progresivo de todo el planeta, y sobre todo, la amenaza nuclear.

¿Qué hacer?

En estos momentos resuenan en mis oídos las primeras palabras del poema «Patmos» de Hölderlin: «Aunque cercano esté Dios, difícil es de aprenhender. Pero donde hay peligro, se acrecienta la fuerza salvadora».
¡Quiero tener fe y la tengo! La mejor noticia que se puede dar sobre el estado actual de la gran crisis del mundo, es que ya se ha producido la «cifra crítica» de la conciencia masiva de la humanidad. Vale decir, la porción de seres humanos, cuya cantidad, respecto del todo, es suficientemente grande y concentrada como para desencadenar la toma de conciencia de la gran masa de la población mundial, fenómeno que se observa día a día. Vale decir, enormes masas de gente que ya han entendido, pero que aún permanecen perplejas y desorientadas.
Pues bien, la orientación de todas esas personas es el trabajo inmediato que se presenta ante nosotros, junto al perfeccionamiento de nosotros mismos.

Manuel Cuesta Duarte manuelcuesta@paziencia.com

Manuel Cuesta, soy terapeuta gestalt con consulta en Granollers y online. Dirijo Paziencia desde 2010. Ofrezco acompañamiento en terapia individual y de pareja, dirijo grupos de supervisión para terapeutas y grupos de terapia. Colaborador de Cherif Chalakani desde hace 14 años. He sido docente del Proceso Hoffman en España, dirigido grupos de hombres en movimiento y colaborado con diferentes escuelas de formación Gestalt y corporal.

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