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Hiroshima y Nagasaki, un año después del 70 aniversario del horror y la distorsion de los medios

Tiempo de lectura: 6 minutos

Porta dell ABC sobre la bomba de Hiroshima
Titulaba el ABC en el 70 aniversario «Hiroshima, la bomba que deshumanizó la ciencia». Más perverso no me puede parecer el titular. La bomba no se lanzó sola, no la lanzó la ciencia, como si de un ente consciente y autónomo nos sobrepasase y fuéramos víctimas de lo inevitable (igual que no lo son los mercados ni la Troika). Fueron decisiones humanas de personas concretas. Es inevitable un terremoto, no una guerra. EEUU decidió lanzar una bomba nuclear en población civil matando en el acto a cientos de miles de personas. No dando tiempo a reaccionar, dos días después, tal día como hoy, un 9 de Agosto, lanzaba otra bomba nuclear con una detonación más potente sobre Nagasaki y que sólo un error y la orografia de la zona impidió un horror aún mayor. El presidente fue H.S.Truman.
Vale recordar que el presiente Obama, premio Nobel de la paz, es el heredero de esa política con un arsenal de entre 10.000 a 15.000 bombas nucleares con un potencial aún mayor que las primeras detonadas. Suficiente para aniquilar a más de 3.500.000 millones de personas, la mitad de la población mundial. No es la ciencia, son personas concretas que permitimos nosotros que estén ahí.

Se lanza la primera bomba, en Hiroshima, el 6 de Agosto de 1945:

«Mientras el Enola Gay se alejaba a toda velocidad de la ciudad, el capitán Robert Lewis, copiloto del bombardero (Paul Tibbets), comentó: «Dios mío ¿Qué hemos hecho?».[35] Bob Caron, artillero de cola del Enola Gay describió así la escena:

«Una columna de humo asciende rápidamente. Su centro muestra un terrible color rojo. Todo es pura turbulencia. Es una masa burbujeante gris violácea, con un núcleo rojo. Todo es pura turbulencia. Los incendios se extienden por todas partes como llamas que surgiesen de un enorme lecho de brasas. Comienzo a contar los incendios. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… catorce, quince… es imposible. Son demasiados para poder contarlos. Aquí llega la forma de hongo de la que nos habló el capitán Parsons. Viene hacia aquí. Es como una masa de melaza burbujeante. El hongo se extiende. Puede que tenga mil quinientos o quizá tres mil metros de anchura y unos ochocientos de altura. Crece más y más. Está casi a nuestro nivel y sigue ascendiendo. Es muy negro, pero muestra cierto tinte violáceo muy extraño. La base del hongo se parece a una densa niebla atravesada con un lanzallamas. La ciudad debe estar abajo de todo eso. Las llamas y el humo se están hinchando y se arremolinan alrededor de las estribaciones. Las colinas están desapareciendo bajo el humo. Todo cuanto veo ahora de la ciudad es el muelle principal y lo que parece ser un campo de aviación.» Bob Caron, artillero de cola/fotógrafo del Enola Gay.

La explosión rompió los vidrios de las ventanas de edificios localizados a una distancia de 16 kilómetros y pudo sentirse hasta 59 kilómetros de distancia. Alrededor de treinta minutos después comenzó un efecto extraño: empezó a caer una lluvia de color negro al noroeste de la ciudad. Esta «lluvia negra» estaba llena de suciedad, polvo, hollín, así como partículas altamente radioactivas, lo que ocasionó contaminación aún en zonas remotas.»
De Wikipedia y otras fuentes extraigo además que:
«Con motivo del quincuagésimo aniversario de los bombardeos, el periódico estadounidense The Seattle Times clasificó los debates al respecto de la siguiente forma:
La bomba era necesaria o estaba justificada porque:

  • Los japoneses habían demostrado una resistencia semi-fanática, como los ataques kamikazes de Okinawa, los suicidios masivos de Saipán o la lucha hasta prácticamente el último hombre en las islas del Pacífico. El bombardeo de Tokio había matado a más de 100 000 personas sin efectos políticos, por lo que la bomba era necesaria para la rendición del país.
  • Con sólo dos bombas construidas y listas para usarse, era demasiado arriesgado «gastar» una al lanzarla sobre un área despoblada.
  • Una invasión a Japón hubiera costado una gran cantidad de vidas en ambos bandos de tal forma que se rebasaría el número de muertes de ambos bombardeos.
  • Ambas ciudades habrían sufrido bombardeos incendiarios de cualquier forma.
  • El uso inmediato de la bomba convenció al mundo de su horror y se disuadió su utilización cuando se construyeron más bombas.
  • El uso de la bomba sorprendió tanto a la Unión Soviética y la guerra terminó tan rápido que éstos no pudieron solicitar la invasión conjunta de Japón.

La bomba no era necesaria o no estaba justificada porque:

  • Japón ya estaba listo para rendirse antes de los bombardeos.
  • El rechazo estadounidense a los términos de la rendición al no garantizar la continuidad de la figura del emperador prolongó la guerra innecesariamente.
  • Una explosión de demostración sobre la bahía de Tokio habría servido para convencer a los líderes de los efectos de la bomba sin muertes innecesarias.
  • Incluso si el bombardeo a Hiroshima fuese justificado, los Estados Unidos no le dieron tiempo suficiente a los japoneses a considerar los alcances de la bomba antes del bombardeo a Nagasaki.
  • Las ciudades tenían casi nulo valor militar. Los ciudadanos tenían una relación de cinco o seis a uno sobre los militares.»

Cabe decir que Japón ya estaba sopesando la rendición y los términos de la misma desde hacía tiempo:

«El emperador Hirohito, el gobierno y el Consejo de Guerra estaban considerando cuatro condiciones para la rendición: que se preservara el kokutai (el sistema imperial y la política nacional), que el Estado Mayor tuviera la responsabilidad del desarme y desmovilización, la no ocupación del país y que la obligación de castigar los crímenes de guerra recayera en el gobierno japonés.»

En la declaración de Postdam, los EEUU querían una rendición total y una rápida ocupación del Japón que les permitiera usar como bases militares y estratégicas en la carrera como egemonia mundial frente a la URSS.
Así que si, son personas, las que tomaron esas decisiones no la ciencia. Fue un país el que calcinó a cientos de miles de inocentes civiles sin previo aviso y sin dar la opción de reaccionar. Fueron 100 veces el 11S.
Pero si permitimos que la memoria colectiva siga poniendo la responsabilidad de lo que ocurre afuera, sin señalar a las personas que las crean, seguiremos siendo un pueblo ignorante condenado a que se repita una y otra vez el deseo de los poderosos. El ABC sigue la corriente de buscar que pensemos que lo que ocurre, lo que nos ocurre, es inevitable. Es inevitable un terremoto, no lo es una guerra; es inevitable un tifón, pero no lo es una crisis económica ni las formas en las que se gestiona, no lo es por más que nos hagan creer que los mercados, Europa, etc. son entes suprahumanos, no lo son y tienen nombres y apellidos.

  • La foto superior corresponde a las siluetas que dejaron los cuerpos humanos, plantas y otros elementos en la roca tras el destello de la bomba a casi un millon de grados de termperatura: http://hypocritereader.com/35/black-fire/print
  • Comparto también un enlace a testimonios supervivientes de la detonación en la edicion digital del ABC, del que destaco estas lineas: «“Aunque sus heridas físicas no fueron graves, jamás olvidará las psicológicas: sus recuerdos. Como la legión de zombis que, quemados de los pies a la cabeza, con la ropa hecha jirones y la piel cayéndoseles a tiras, deambulaban entre las humeantes ruinas. «En una clínica, una persona, tan abrasada que no sabía si era hombre o mujer, me pidió agua. Corriendo, salí a una tubería rota en la calle y, haciendo un cuenco con mis manos, le llevé un poco. Aunque se me derramó casi toda, chupó las gotas que caían de mis dedos y me dio las gracias. Luego no volvió a moverse», relata con voz entrecortada. «Al instante, dos enfermeras me echaron y una mujer me dijo que esa persona había fallecido porque yo le había dado agua», desgrana su primera visión de la muerte, pero no la última.
    «En las calles se amontonaban tantos cadáveres que debíamos saltarlos. Algunos se habían quedado carbonizados mirando al cielo y con los brazos extendidos para protegerse de la bomba», observa Tamiko, quien, «en medio de un hedor insoportable porque todo se había quemado», recorrió la ciudad junto a su madre en busca de su abuela. «Mi madre hurgaba entre los muertos porque sus caras eran irreconocibles», recuerda la mujer, que finalmente encontró a su abuela en una casa de socorro. Gravemente herida, los médicos se la devolvieron a su madre para que muriera en su casa. «Su espalda estaba tan infectada que tenía que quitarle los gusanos con unos palillos», cuenta compungida.
    Para superar aquel trauma, que le provocaba horribles pesadillas, tuvo que cambiarse a otro colegio, donde no la miraran mal por ser una «hibakusha», y refugiarse en el corral de su casa con un gallo, Kota, que durante años fue su único amigo. Hasta que, ocultándole también su pasado a su marido, se casó con 21 años y tuvo dos hijos, uno de los cuales ha sufrido bastantes problemas de salud.
    «La guerra cambia nuestro destino y se pierden vidas preciosas», se lamenta Tamiko, quien advierte a los políticos de que «piensen bien lo que hacen porque han pasado 70 años y es un momento importante para evitar que se repita el pasado».
    http://www.abc.es/internacional/20150803/abci-hiroshima-bomba-aniversario-201508012109.html

Primera publicación de este texto el 9 de agosto de 2015

Manuel Cuesta Duarte manuelcuesta@paziencia.com

Manuel Cuesta, soy terapeuta gestalt con consulta en Granollers y online. Dirijo Paziencia desde 2010. Ofrezco acompañamiento en terapia individual y de pareja, dirijo grupos de supervisión para terapeutas y grupos de terapia. Colaborador de Cherif Chalakani desde hace 14 años. He sido docente del Proceso Hoffman en España, dirigido grupos de hombres en movimiento y colaborado con diferentes escuelas de formación Gestalt y corporal.

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