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El mito del progreso, cómo abrazar el pasado

Tiempo de lectura: 3 minutos

El documental que adjunto al final del artículo habla sobre un concepto poco conocido la «obsolescencia programada»; es decir, sobre cómo los fabricantes diseñan sus productos para que sean de peor calidad forzando al consumidor a renovarlo mucho antes de que su vida útil haya llegado a su fin. Con los aparatos electrónicos, una programacion interna avisa al producto sobre cuando debe dejar de funcionar. Algo que me parece sorprendentemente obsceno.
Desde mi punto de vista esto tiene relación con lo que se conoce por «El mito del progreso»; es decir, la creencia de que todo lo que está por llegar y es nuevo es mejor que lo anterior. Este mito es una creencia que actua de forma inconsciente, es decir, que actuamos con esa creencia sin cuestionarla en ningun caso.
Desde mi punto de vista esto se produce ante la dificultad en abrazar el pasado individual, un pasado que está y debe reconocerse como propio, traspasarlo para poder descansar en un presente sereno y reconocernos así sobre lo que de verdad deseamos y necesitamos hacer.
Mientras ese acto no se produce, uno puede tener la sensación de que hay un vacío que llenar, una insatisfacción oculta que busca llenarse con objetos, parejas o estímulos de corta vida y alta intensidad; o, en otros casos, anestesiándose de sus propias necesidades y adoptando los sueños de otros como propios o pasando por la vida de forma resignada.
En ese hueco emocional puede introducirse con facilidad cualquier mensaje. En eso están especializadas las empresas de márketing que aprovechan nuestras debilidades para instaurar miedo, fragilidad y culpa que nos lleve a una compra del producto anunciado; pero tambien cada uno de nosotros estamos especializados en fabricar mensajes que creemos que van a agradar al otro. Especialmente en las fases del enamoramiento. Muchas personas lo comprenderán recordando que han habido personas en su vida por las que han sentido especial dependencia, como si tuvieran un extraño poder de influencia sobre ellas.
La dificultad en abrazar el pasado, lo vivido, en hacer una revisión de lo acontencido, afrontarlo tal como fue, es necesario para seguir adelante, para vivir en el ahora, sin estar condicionado. Esa firmeza interior es la que nos otorga el empoderamiento. De no ser así, ¿porqué íbamos a ser tan influenciables ante los mensajes de gobernantes, empresas o terceras personas?
Pero revisar el pasado no sólo eso se ve como raro sino que tambien se considera incluso peligroso.
Es cierto que agua pasada no mueve molino, pero es que ese agua está estancada y se está pudriendo. A medida que pasa el tiempo, aquello que no está resuelto, se deteriora más y afecta a más espacios de nuestra vida. Muchos pacientes llegan a terapia a punto de la separación, en momentos de grave crisis, cuando ya han sufrido o han hecho sufrir a otras personas.
Sanar aquello pendiente es lo que permite que el agua fluya, que nos sintamos en paz con nosotros mismos. Entonces una nueva conciencia aparece, más amplia, que permite darse cuenta de quienes somos, lo que necesitamos y como actuar en la vida acorde con una mayor claridad interna.
Cuando eso se produce una persona no necesita de la velocidad, de la compra compulsiva o de los estímulos; no se rodea de personas y de actividad porque no teme estar sola, ni se toma de forma tan personal las reacciones de los otros. Todo se vuelve algo más tranquilo y relajado.
Es entonces cuando uno, al sentirse con ese empoderamiento de estar bien consigo mismo, vuelve la curiosidad de investigación que todos los niños poseen de forma innata Puede cuestionarse entonces el porqué de muchas cosas que parecen establecidas como verdades y que quizá no lo sean y, desde ahí, crear. Tambien aparece una renovada forma de amar, de querer y dejarse querer, porque uno a aprendido a perdonarse y a amarse.
En un plano social, si los individuos que crearan esta sociedad fueran capaces de ser felices consigo mismos y cuestionar los preceptos que nos vienen de fuera, tendría sentido el mundo en el que vivimos? ¿Acaso cuando uno se siente pleno y feliz no es cuando da el verdadero valor a las cosas?
El mito del progreso afirma que cualquier futuro es mejor, pero acaso podemos avanzar sin conocer bien nuestra historia emocional y resolverla?, no estaríamos en peligro de repetirla o vernos condicionados inconscientemente por ella?

Quien no abraza su pasado, no tiene futuro.
Sabiduría de los índios americanos del norte.

Manuel Cuesta Duarte manuelcuesta@paziencia.com

Manuel Cuesta, soy terapeuta gestalt con consulta en Granollers y online. Dirijo Paziencia desde 2010. Ofrezco acompañamiento en terapia individual y de pareja, dirijo grupos de supervisión para terapeutas y grupos de terapia. Colaborador de Cherif Chalakani desde hace 14 años. He sido docente del Proceso Hoffman en España, dirigido grupos de hombres en movimiento y colaborado con diferentes escuelas de formación Gestalt y corporal.

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