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La terapia corporal integrativa (TCI) ayuda a la persona a volver a su cuerpo y ayudarle a disfrutar lo mejor posible de la vida. Partimos de la base en que el miedo, la tensión, la rabia no expresadas, crean una “coraza muscular”, una desconexión corporal que afecta a nuestra forma de desarrollarnos y sentir el entorno. Esas tensiones cronificadas crean bloqueos, y esos bloqueos limitan la experiencia de la vida.
Muestra de ello pueden ser efectos como el bruxismo, tensiones y dolores de espalda, en rodillas, cervicales, migrañas y un largo etc. Emociones no expresadas tensan la musculatura creando anillos de bloqueo, siendo la respiración el mayor y más claro indicativo de nuestra represión corporal.
La persona que no respira profundamente reduce la vida de su cuerpo; sino se mueve con libertad, literalmente limita la vida de su cuerpo y su capacidad de sensar el enterno y, por tanto, la realidad que habita.
Desde nuestra forma de caminar, la postura de la espalda, la cadera, la forma de los pies, nuestra musculatura, huesos y piel está hablando continuamente de nosotros, de nuestro pasado y de nuestro presente, no sólo de cómo somos geneticamente, sino como nuestra historia, nuestra forma de vivir la vida, nuestro carácter (que se fue forjando a medida que fue encontrando obstáculos), ha ido modificandnos corporalmente. Muchas de estas modificaciones son endurecimientos, bloqueos, que de tan familiares los hemos hecho parte de nuestro día a día, reduciendo nuestra experiencia vital. Es decir, que, tratando los bloqueos que el propio caracter ha ejercicio en nuestra “coraza muscular”, liberamos al cuerpo y tambien nuestra mente de los temas inconscientes pendientes.
Los ataques de ansiedad, estados depresivos, rabia reprimida o debordante, etc… muchas veces tienen su origen en un aprendizaje temprano e inconsciente de que esas emociones no podian o no era seguro expresarlas. Las pusimos en en inconsciente y el bloqueo siguió actuando en automático hasta el día de hoy. Lo que en su momento fue útil o en día nos es imposible aunque queramos. Esa es una prueba del carácter psicológico pero tambien del corporal.
La terapia corporal integrativa es una terapia psicocorporal para ayudar a la persona en sus problemas emocionales desde una perspectiva de unidad corporal, emocional y mental. Es un enfoque encuadrado en la llamada Psicología Humanista, a la que también pertenece la terapia Gestalt.
La terapia corporal integrativa (TCI) fue creada por Antonio Pacheco y adaptada en los últimos años en Catalunya y Baleares por Antoni Aguilar. Una síntesis que bebe de muchas fuentes, una de ellas es el análisis bioenergético de Alexander Lowen. Esta tiene, a su vez, sus raíces en el psicoanálisis de Freud y especialmente en la vegetoterapia de Wilheim Reich, uno de los discípulos más controvertidos y rompedores de Freud. Reich se dio cuenta, en su práctica clínica, que hablar de los conflictos era insuficiente para resolverlos. Así, en la década de 1930 incorporó el trabajo con el cuerpo como instrumento terapéutico. Básicamente profundizaba en la respiración para ampliarla y para mejorar e intensificar la vivencia emocional. Posteriormente, en la década de 1950, Alexander Lowen, discípulo y paciente de Reich, quiso ir más allá en su terapia e inició un proceso de trabajo personal que lo llevó, juntamente con John Pierrakos, a desarrollar lo que hoy conocemos como Análisis Bioenergético.
Lowen partió de la movilización de su propio cuerpo. Se dio cuenta de que la producción de energía a través de la respiración y el metabolismo, y la descarga de energía en el movimiento son funciones básicas y que, para solucionar los conflictos emocionales, eran necesarias intervenciones corporales más activas y un análisis de la historia psicoemocional más profundo de los que realizaba Reich. También afirmó que el cuerpo y la mente son una unidad y funcionalmente idénticos, es decir: lo que afecta a la mente afecta al cuerpo, y lo que afecta al cuerpo afecta a la mente.
Las diversas etapas de crecimiento de la vida de una persona conllevan situaciones conflictivas e incluso traumáticas, como pueden ser falta de comprensión, rechazo, desamor, hostilidad, manipulación, etc. por parte de personas significativas. El niño/a intenta protegerse de estas experiencias dolorosas con defensas psicológicas como la negación, la proyección, la represión, etc., y con defensas corporales como es, por ejemplo, tensar la musculatura y las articulaciones de la zona emocional que está en juego. Con los años, estas defensas se convierten en patrones de conducta inconscientes que representan los problemas emocionales que los originaron. Estos patrones son mecánicos, han perdido relación con la situación que los causó y limitan la vida de la persona en el presente (como por ejemplo, con una excesiva rigidez del cuerpo dejamos de sentir las sensaciones del exterior, desde una caricia, pérdida de sensibilidad en la sexualidad, etc., pero también desconexión de las necesidades del otro y una dificultad emocional para comprender a las personas que nos rodean).
Si los viejos conflictos y las rigideces corporales son excesivos, se manifestarán trastornos psicológicos y psicosomáticos como inseguridad, miedos, depresiones, fobias, estados de ansiedad y angustia, insomnio, taquicardias, asma y otras disfunciones respiratorias, trastornos sexuales, adicciones, etc.
Generalmente se puede apreciar como la lumbalgia, bruxismo, anginas crónicas, migrañas y jaquecas, y un largo etc. de síntomas físicos son, en realidad, secuelas emocionales expresadas por el cuerpo.
Este interés por el cuerpo está plenamente justificado:
La terapia no es quedarse sin defensas, sino que estas esten a nuestro servicio y evitar que se conviertan en una cárcel
La terapia coporal integrativa propone un tratamiento de los niveles físico, emocional y psíquico. Trabaja con el cuerpo para profundizar la respiración, distender las tensiones musculares crónicas y movilizar la energía retenida. Estas intervenciones estimulan la aparición de los movimientos e impulsos anteriormente evitados, así como los recuerdos, imágenes y afectos asociados. Como terapeuta, con exploración verbal, ayudo a la persona en terapia a analizar, es decir, a identificar, comprender y desinvestir sus conflictos infantiles, liberando los conflictos emocionales/tensiones corporales.
De esta forma, el cuerpo no es una prisión ni una carga, sino un medio hábil por el que vivir y sentir en plenitud. La terapia bioenergética aporta libertad para poder escoger. No se trata de quedarse desprovisto de nuestras herramientas de protección, sino de usarlas con libertad y de forma consciente. El cuerpo puede expresarse libremente y el paciente recibe mejor la información de sus emociones y del cuerpo, permitiendo expresarlas y evitando las psicosomatizaciones que provocan su represión.
La terapia integrativa que propongo permite un trabajo conjunto de las emociones y el cuerpo usando la gestalt, la bioenergética, la psicologia de los eneatipos (eneagrama clínico), entre otros para resolver de manera profunda los conflictos del paciente y conseguir una mejor experiencia física y emocional de la vida.
Esta terapia no sólo está dirigida a personas con problemas psíquicos, físicos o psicosomáticos catalogados como patologías, sino también a personas con dificultades para enfrentarse a problemas existenciales, conflictos familiares o de pareja y a toda persona que esté buscando una mejor calidad de vida.
Si estás interesada/o en solicitar consulta puedes llamar al 668881268 o utilizar el formulario para ponerte en contacto conmigo.
Fuentes: