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Rosalía, Palestina y Trump: sobre la idealización (II) y la devaluación.

Tiempo de lectura: 3 minutos

Idealizar es convertir al otro en objeto. Sea tu madre o sea Rosalía.

Es lo mismo que hacen con los palestinos pero al revés. A los palestinos también los convierten en objetos. Pasan de personas a cosas. Cuando se idealiza es porque se cree que ese objeto va a cumplir una función que reduzca la angustia (hay fases del enamoramiento que son así). Como eso es imposible, la idealización en algún momento se encuentra con el «no», con el límite. Si la persona está dispuesta a captarlo (lo cual implica una caída), se encuentra progresivamente con lo real. En caso contrario (lo que suele ser, cada vez, más frecuente) se pasa a la devaluación.

La devaluación y el odio

La devaluación es cuando ese el otro se convierte en lo otro, pero esta vez pierde toda importancia, toda relevancia, desaparece. Pero hay veces que esa devaluación pasa una pantalla más, y se transforma en odio.

El odio que resulta de la devaluación implica que la existencia de el otro es el origen de mi angustia. Así, el primer paso para odiar es convertir al otro en objeto y devaluarlo. Para los sionistas, los palestinos no son personas, no son cosas, son objetos a odiar, que destruir. Atribuyen a su existencia el origen de su angustia. Pasaron de ocupar sus tierras (devaluación) al exterminio (odio).

Trump lo hace con los inmigrantes, no solo les devalua sino que insiste que los problemas del país pasan por su existencia dentro de sus fronteras. La inseguridad que sienten sus ciudadanos por no tener un estado que les proteja se desvía a amenazas que deben erradicarse de inmediato (sea Corea, Vietnam, Afganistam Iraq o los mexicanos violadores y los haitianos comeperros). La extrema-derecha ejerce la política de la devaluación y el odio. Pero estructuralmente no es distinto a cuando hablas de tu ex con tanto victimismo simplificando la historia a tu conveniencia y deseando que le vaya mal. Porque el otro ya no es persona sino objeto de tu angustia.

A los fans les da igual Rosalia

La idealización tiene mejor prensa. Pero es basura igual. Es el usar y tirar. Los fans de Rosalía haciéndose una foto con ella saliendo de un restaurante echa polvo es una buena representación de que al fan que idealiza a Rosalía no piensa en Rosalía sino en si mismo. A esos fans se la sudaba que estuviera jodida, querían su foto junto a ella. Igual que con tu madre, que en la idealización desaparece su humanidad, sus luces y sombras, es decir, la mujer que realmente es (y que quizá hasta ella haya olvidado de alguna forma). Y con tu padre, que suele estar devaluado.

Pero la idealización también cosifica al que idealiza. Porque se percibe a sí mismo incapaz de sostener la incompletud. En la relación con los padres, con las parejas o con los terapeutas, esa idealización deja claro que nos pone en situaciones de riesgo, cuando somos incapaces de reconocer lo que sí y lo que no de la relación. Hablaremos brevemente de ello en el programa sobre los abusos.

Es un juego perverso que nos infantiliza y que el neoliberalismo potencia. El camino pasa por el reconocimiento realista del otro. Ahí uno se enfrente al reconocimiento realista de si mismo. Y eso implica, a estas alturas, una buena dosis de humildad.

Manuel Cuesta Duarte manuelcuesta@paziencia.com

Manuel Cuesta, soy terapeuta gestalt con consulta en Granollers y online. Dirijo Paziencia desde 2010. Ofrezco acompañamiento en terapia individual y de pareja, dirijo grupos de supervisión para terapeutas y grupos de terapia. Colaborador de Cherif Chalakani desde hace 14 años. He sido docente del Proceso Hoffman en España, dirigido grupos de hombres en movimiento y colaborado con diferentes escuelas de formación Gestalt y corporal.

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