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¿Cómo decirles a los hijos que Papá Noel o los Reyes Magos no existen?

Tiempo de lectura: 4 minutos

El joven estudiante y el Buda de madera

Un estudiante joven meditaba en el templo, frente a una inmensa talla de Buda. Encendió varias velas. Y se adentró en una profunda concentración. El viento de la mañana empezó a soplar y movió las cortinas. Tumbó unas velas y las cortinas y diferentes piezas de ropa empezaron a arder. El joven, concentrado en su práctica, siendo aún un principiante, se había aislado del entorno y no estaba siendo consciente que el fuego empezaba a extenderse por la sala. Cuando sintió el calor abrió los ojos y asustado, se puso de pie de un salto, vio que no podía hacer nada por apagar el fuego y corrió hasta el enorme Buda de madera.

Con un esfuerzo sobrehumano se lo puso a su espalda, con tal de sacarlo de allí y salvarlo. Sus piernas temblaban a cada paso por el enorme peso que portaba. Sus manos parecía que se iban a desmembrar intentando sujetar la enorme figura. Por fin llega junto a la puerta, y en ese momento se da cuenta que el enorme Buda no cabe. Intenta buscar formas y ángulos para que éste pueda atravesarlo. Es imposible. El fuego sigue extendiéndose rápidamente. Las vigas del techo están a punto de desplomarse y con ellas, todo el tejado. El joven sigue empujando desesperado. Hasta que de pronto, comprende que es imposible. En ese momento recuerda que el templo se construyó alrededor del Buda, que era muy anterior. Se ríe con una enorme carcajada, suelta la figura, y sale por la puerta, ligero y liberado.

El joven del cuento, arriesgó su vida por un trozo de madera. No fue hasta que vio que era imposible salvar el Buda, que no cayó en que el significado de esa talla se lo atribuye el hombre. Este paso en la comprensión de la realidad es clave en el camino a la madurez.

La diferencia entre los imaginario y lo simbólico

Se trata de comprender la diferencia entre lo que llamamos imaginario de lo que llamamos simbólico. Lo imaginario es creer que el Buda de madera es Buda, o que la figura de escayola de la parroquia es la Virgen María, o que los Tres Reyes Magos son tres reyes magos. Cuando somos pequeños, lo que imaginamos, podemos creer que es real y progresivamente vamos pudiendo reconocer lo simbólico. No es que no existan los Tres Reyes Magos, no es una mentira, sino que entendemos que es un símbolo, algo que trasciende un único significado. Comprender esto y transitarlo progresivamente implica una «caída», y es necesaria.

¿Cómo hablar con tus hijos sobre la Navidad?

Sin embargo, ese tránsito de lo imaginario a lo simbólico no se hace fácilmente. Entre otras cuestiones porque nuestra cultura ha perdido la transmisión de ese paso. Cuando los padres me preguntan cómo decirles a sus hijos que Papá Noel no existe, o los Reyes Magos, o el ratoncito Pérez… les relato este cuento. Porque es posible que, aun siendo adultos, no hayan tenido quien les ayudase a ellos en su comprensión del asunto, deben hacerlo ellos primero, ya que esa es una de las grandes tareas de los padres: ayudar a transitar de lo imaginario a lo simbólico a sus hijos. No se trata de decirles que no existen, que todo era un cuento, o que son los padres… Sino de explicarles el sentido del asunto.

Estas fechas pueden ser una oportunidad para hablar con tus hijos sobre esto cuando ya han alcanzado ciertad edad y empiezan a hacerse preguntas. Como decía antes, empieza en los padres, dando valor al ritual, al simbolo, que la Navidad trae y sabiendo cómo transmitir eso a sus hijos. Pasa porque los padres quieran saber, leer sobre el sentido de estas fiestas, lo que significan, de dónde vienen y qué significa para ellos, cómo ha ido transformándose a lo largo de los años, más allá de la inercia.

Pasar de lo imaginario a lo simbólico es un camino hacia la madurez. Hablar con tus hijos sobre la Navidad es un momento importante en su desarrollo, le ayudará a ir integrando que la realidad es cambiante, el sentido del ritual, de las celebraciones, de los tiempos, porque, como toda festividad cíclica, habla tambien del ciclo de la vida y de la muerte, del retorno, de la repetición.

De los padres ideales a los padres reales

Uno de estos tránsitos más importantes no solo se da cuando afrontan los padres este momento de curiosidad tan saludable del niño frente a ese misterio de la Navidad, sino que ocurre cuando los padres se muestran ante sus hijos con naturalidad en sus carencias, en su no saber y en sus límites. Cuando aceptan que no saben sobre algún tema, cuando se colocan con curiosidad a escucharles, a aprender también de ellos implica una humanización necesaria, un pasar del imaginario (de los padres ideales) a lo simbólico (los padres reales). Ese proceso es fundamental porque ayuda a validar todo lo valioso recibido y también todo lo que puedan haber recibido doloroso. Pueden decir «mi madre me ayudó en esto y en esto me hizo daño», en lugar de decir «mi madre es la mejor del mundo».

Ese pasar del ideal a lo real, lleva tiempo, bastante, y no es fácil. Pero es ahí cuando las relaciones empiezan a ser maduras, honestas.

Manuel Cuesta Duarte manuelcuesta@paziencia.com

Manuel Cuesta, soy terapeuta gestalt con consulta en Granollers y online. Dirijo Paziencia desde 2010. Ofrezco acompañamiento en terapia individual y de pareja, dirijo grupos de supervisión para terapeutas y grupos de terapia. Colaborador de Cherif Chalakani desde hace 14 años. He sido docente del Proceso Hoffman en España, dirigido grupos de hombres en movimiento y colaborado con diferentes escuelas de formación Gestalt y corporal.

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