La honestidad del compartir
Tiempo de lectura: 2 minutosHombres en movimiento, cuarta sesión.
En círculo un hombre empieza a contar la frustración de no saber cómo poner límites y cerrar una relación del pasado. Eso resuena en otros hombres y comparten algo similar. Algunos se sienten malos, otros incompletos, otros culpables. Unos decían que no habían recibido respeto de la pareja cuando expresaron su miedo ante el compromiso, otros que se habían excedido en los enfados y discusiones… Todos deseaban algo de comprensión. Uno, tras escuchar al resto, dijo que era un alivio estar con gente normal que expresa sus emociones, decía que el mundo está fatal, que la gente está muy mal, y que este espacio parecía un oasis. Pero no hemos hecho ningún casting para seleccionar hombres especialmente sensibles que destaquen del resto. Son hombres de la calle, normales y corrientes. Simplemente hemos creado un marco donde poder compartir sin juicio, donde poder escucharnos. Eso es lo diferente. Y cuando eso se da lo que nos une es mucho mayor que lo que nos separa. La honestidad del compartir une. Venimos todos del mismo lugar. No hay tantas diferencias.
Y me pereció un buen momento esta sesión para empezar a hablar de la rabia. De esa emoción tan malentendida y vapuleada. Se confunde con enojo, y no es eso. La rabia es una emoción básica biológica que nos permite saber lo que necesitamos e ir a por ello. Nos permite poner limites. Expresar la creatividad. Alimentarnos. Decir. Expresarnos. Comprometernos. Aporta claridad y precisión. Sirvió la breve introducción para cambiar las perspectiva de algunos. Es un inicio. Lo iremos explorando.
Y durante el viaje, un nombre necesitó del apoyo del grupo. La sensibilidad de todos ayudó a que pudiera expresar su dolor. Tan escondido.
Y al final, alrededor de una vela, recordando el fuego sagrado, la antorcha de la vida que infinitas generaciones han portado hasta nosotros, nos despedimos.
- Imagen: Ícaro, de Henri Matisse