El diálogo con la oscuridad
Tiempo de lectura: 3 minutosCada persona está llamada a descubrir su propia vocación; ser capaz de oír la voz que, no solo señala ideales, sino que orienta hacia ellos. La revelación de la “Voz» se hace presente cuando se acepta el diálogo consciente-inconsciente, es decir, que incluye el diálogo con la propia oscuridad. Ello permite comprender las siguientes palabras de Jung:
«Uno no se ilumina imaginándose figuras de luz, sino tornando la oscuridad consciente»
Este proceso interior tiene un alcance social y cósmico. Tal realización (la del encuentro con la propia Voz y orientarse hacia la verdadera vocación interna) no es posible si no se asume la (supuesta) antinomia entre el bien y el mal. Pero el drama contemporáneo consiste en que la psique individual se pone en el centro, en el lugar que le corresponde a lo divino. El “yo» toma el lugar de la totalidad del proceso imaginativo y creador. En ese caso se deifica al “yo» y el proceso de realización se deteriora.
Muchas personas buscan el perdón, la paz o incluso la iluminación queriendo evitar este diálogo con la sombra, o creyendo que es algo puntual, a poder hacer un tiempo y que ahí se acaba. Jung expresa que este diálogo es el principio creativo del Yo, que este es el camino. El encuentro con la sombra no es algo que resolver, no es una conversación que acaba, que lleve a nada en si misma: no tiene un fin más que el própio diálogo. Este diálogo nos saca de la dualidad cuando se asume como natural y uno no se identifica con ninguna de las dos partes.
Comentario sobre esta cuestión en la relación de pareja
En la pareja callamos aspectos que nos duelen, los volvemos secretos, podríamos decir que quedan en la oscuridad. Y, precisamente por ello acaban marcando nuestras decisiones, comportamientos y emociones. Es la sombra, que, al no estar reconocida, ocupa el lugar. Pueden ser rencores por algún agravio, miedo a hablar, o la dificultad de abordar algunos cambios que se han ido dando, como es natural en toda relación,pero que no se asumen. ¡Cuántas crisis vienen a raíz de los secretos, de las vergüenzas, de los temores, de lo no dicho! En todas las relaciones ocurre esto, pero se hace especialmente doloroso en aquellas en las que el vínculo es más profundo. Esto es causa del miedo a que nuestras heridas inconscientes de la infancia se repitan. Esas heridas fueron dadas con las perosnas más importantes de nuestra vida, en relación con quienes amábamos profundamente.
«Mientras esas heridas estén pendientes de ser atendidas, mientras sigan en la sombra, activarán nuestras defensas cada vez que un vínculo se vuelva más profundo»
A veces, incluso, puede activarse con tanta prevención que esquivamos a las personas con las que sentimos siquiera la posibilidad de que eso, el Amor, ocurra. Es muy probable que, estando con la defensa activa, la percepción del deseo se transforme en miedo provocando el alejamiento de aquello que desea en realidad: viendo veneno en la cura. Ya dentro de la relación, la cura es el poder hablar, el traer a la superfície lo que está sin ser nombrado. Pero… ¿qué aprendizaje nos ofrece la cultura y la sociedad actual sobre el manejo de nuestras emociones, de conflictos personales y de pareja? La energía está puesta más en no atender la raíz de las cosas y ocultar los síntomas que en hacer el viaje a las profundidades a ver qué nos hemos ido dejando ahí con el paso del tiempo, evitando preguntarnos qué es lo que rige en realidad nuestras vidas.
- Comentario basado en «El libro rojo de Jung. Claves para la comprensión de una obra inexplicable», de Bernardo Nante. P.198.