Cada perpetrador fue una víctima en su infancia, texto de Alice Miller
Tiempo de lectura: 6 minutosEn el siguiente texto, Alice Miller pone ejemplos duros, como los abusos sexuales, pero no por duros son poco habituales. Hoy en día sabemos que los abusos sexuales en la infancia han sido y siguen siendo una plaga tan tremenda como silenciada. Pero no sólo los abusos de índole sexual, los abusos físicos están hoy en día muy presentes y, en el mejor de los casos, han sido sustituidos por otro tipo de abusos psicológicos, físicos o emocionales como el abandono, la ausencia de contacto o la hiperexigencia. Hemos visto como esto se reproduce y se transmite de generación en generación de forma inconsciente, y seguirá así mientras no se ponga a la luz las heridas sufridas en la infancia de los que ahora son perpetradores y que fueron víctimas en sus primeros años de vida.
Pocos padres son conscientes verdaderamente del daño causado a sus hijos, y es en terapia, cuando empiezan a ver sus heridas inconscientes infantiles, que ven con profundo dolor cómo han repetido el daño recibido en el trato hacia ellos mismos y hacia sus hijos. Quien recibió exigencia se exige y exige (o todo lo contrario, es negligente); quien recibió abandono repite ese abandono hacia ella o hacia sus hijos (o, por el contrario se convierte en hiperprotectora)… y así, inevitablemente, se extiende la plaga de sufrimiento transgeneracional.
El mejor regalo para un niño es un padre consciente, maduro y compasivo consigo mismo, capaz de amarse. Lo demás viene por si solo.
Alice Miller, la prestigiosa psiquiatra escribió:
El circulo del abuso
El esencial rol de un testigo iluminado en la sociedad, por Alice Miller; Ph.D. Traducido por Ana Charfén
Desde la adolescencia siempre me he preguntado por qué la gente parece encontrar placer en humillar a los otros. El hecho de que algunas personas sean sensibles al sufrimiento de los otros, claramente prueba que la necesidad destructiva no es un aspecto universal de la naturaleza humana. Así que ¿por qué algunos tienden a resolver sus problemas mediante la violencia mientras que otros no?. La Filosofía no pudo resolver mi pregunta y la teoría Freudiana del deseo de muerte nunca me convenció. Era solamente al examinar de cerca las historias de la infancia de los asesinos, especialmente los asesinos en masa, que empecé a comprender las raíces del bien y el mal: no en los genes, como comúnmente se cree, sino a menudo en los primeros días de vida. Hoy para mí es inconcebible que un niño que viene al mundo entre padres atentos, amorosos y protectores, se pueda convertir en un monstruo predador. Y en las infancias de los asesinos que después se convirtieron en dictadores, siempre he encontrado un horror de pesadilla, un record de humillación y mentiras continuas, que cuando llegaron a ser adultos los hacía cometer actos de venganza sin merced en la sociedad.
Estos actos de venganza siempre fueron sepultados en teorías hipócritas, tratando de hacer suponer que el deseo exclusivo y más importante para ellos era la felicidad de su propia gente. De esta manera, el dictador inconscientemente emuló a sus propios padres que, en su infancia también insistieron que los golpes que les dieron a sus hijos fueron por su propio bien. Esta creencia estaba ámpliamente extendida hace un siglo, particularmente en Alemania.
«Encontré lógico que si a un niño se le golpeaba a menudo, rápidamente aprendería el lenguaje de la violencia.»
Para él, éste lenguaje se convertía en el único medio efectivo de comunicación disponible. Y lo que yo encontré lógico, aparentemente no lo era para mucha gente.
Cuando empecé a ilustrar mi tesis al hablar de los ejemplos de Hitler y Stalin, cuando traté de exponer las consecuencias sociales del abuso a los menores, encontré feroz resistencia. Repetidamente se me dijo “yo,también, fuí golpeado de niño, pero eso no me convirtió en criminal.” Cuando les pregunté de los detalles de su infancia, siempre me comentaron de alguna persona que los amaba pero que era incapaz de protegerlos. A pesar de esto, esta persona, a través de su presencia, les dio una noción de amor y confianza. Les llamo a estas personas los testigos que ayudan. Dostoyevsky, por ejemplo, tenía un padre muy brutal,pero una madre amorosa. Ella no era lo suficientemente fuerte para protegerlo de su padre, pero le dio una poderosa concepción acerca del amor, sin la cual sus novelas hubieran sido inimaginables. Algunos también tuvieron la suficiente suerte de encontrar testigos fuertes e iluminados, gentes que les ayudaron a reconocer las injusticias que los hicieron sufrir, que los dejaron expresar sus sentimientos de odio, dolor e indignación por lo que les había sucedido. Estas personas nunca se convirtieron en criminales.
Cualquiera que aborde el problema del abuso hacia los niños, es común que se encuentre algo muy raro: es muy frecuente observar que los padres que abusan de sus hijos tienden a maltratarlos y no ocuparse de ellos de maneras que se asemejan al tratamiento que recibieron cuando niños, sin tener ninguna memoria consciente de sus propias experiencias.
«Es bien sabido que los padres que agreden a sus hijos a través de abuso sexual, a menudo no son conscientes que ellos mismos sufrieron el mismo abuso.»
Es solo durante la terapia, aún ordenada por la corte, que ellos descubren, estupefactos, su propia historia, y se dan cuenta de que por años han actuado su propio escenario, solo para tratar de librase de el. ¿Cómo podemos explicar ésto?
Después de estudiar el asunto por años, me parece claro que la información de abuso infligida durante la infancia se graba en las células del cuerpo como una clase de memoria, vinculada a la ansiedad reprimida. Si falta la ayuda de un testigo iluminado, y estas memorias no llegan a la consciencia, a menudo compelen a la persona a realizar actos violentos, que reproducen el abuso sufrido en la infancia, que fue reprimido para poder sobrevivir. El objetivo es evitar el miedo de impotencia ante un adulto cruel, éste miedo se puede evitar momentáneamente al crear situaciones en las cuales uno juega el rol activo, el rol del poderoso, hacia una persona sin poder.
No es un camino fácil el librarse a uno mismo de miedos inconscientes. Es esto es la razón por la cual la ofensa se repite incesantemente. Un flujo constante de nuevas víctimas debe ser encontrado, como fue recientemente demostrado por los escándalos de pedofilia en Bélgica. Hasta el día de su muerte, Hitler estaba convencido que solo la muerte de cada uno de los judíos podría protegerlo de la temible y diaria memoria de su brutal padre. Ya que su padre era mitad judío, todas las personas judías debían ser exterminadas. Sé que el no creer esta interpretación del Holocausto es muy fácil, pero sinceramente no he encontrado una mejor. Además, el caso de Hitler muestra que el odio y el miedo no se pueden resolver a través del poder, aún el poder absoluto, mientras que el odio se transfiera hacia los chivos expiatorios. Por el contrario, si la causa verdadera del odio es identificada, es experimentada con los sentimientos que acompañan a esta revelación, el odio ciego de las víctimas inocentes se puede eliminar. Los criminales sexuales terminan sus depredaciones si manejan su amnesia y hacen duelo por su destino trágico, gracias a la empatía de los testigos iluminados.
«Las viejas heridas pueden sanar si se exponen a la luz del día. Pero no se pueden repudiar con la venganza.»
Unos japoneses hicieron una filmación de trabajo terapéutico en una prisión en Arizona, donde el método se basó en mis libros. Me enviaron el video casete y encontré los resultados muy reveladores. Los presos trabajaron en grupos, hablaron de sus infancias y algunos dijeron, “He andado por todos lados, matando gente inocente para evitar los sentimientos que tengo hoy. Pero sé que puedo soportar esos sentimientos en el grupo, donde me siento seguro. Ya no tengo que correr y matar, estoy en mi hogar y reconozco lo que sucedió, El pasado retrocede y mi furia con él.”
Para que este proceso tenga éxito, el adulto que ha crecido sin ayuda de testigos en su infancia necesita el apoyo de testigos iluminados, personas que han entendido y reconocido las consecuencias del abuso infantil. En una sociedad informada, los adolescentes pueden aprender a verbalizar su verdad y a descubrirse a ellos mismos en su propia historia. No tendrían la necesidad de vengarse violentamente por sus heridas, o de envenenar sus sistemas con drogas, si tienen la suerte de hablar con otros de sus experiencias tempranas, y tienen éxito de obtener la verdad desnuda de sus propias tragedias. Para hacer esto necesitan la ayuda de personas conscientes de las dinámicas del abuso infantil, que pueden ayudarles a dirigir sus sentimientos seriamente, entenderlos e integrarlos como parte de su historia, en vez de vengarse contra los inocentes.
Me han atribuido erróneamente la tesis de acuerdo a la que inevitablemente cada víctima se convierte en perpetrador, una tesis que encuentro totalmente falsa, de hecho absurda. Ya ha sido probado que muchos adultos han tenido la buena suerte de romper el ciclo del abuso a través del conocimiento de su pasado. También pude saber ciertamente que nunca he encontrado perpetradores que no hayan sido víctimas en su infancia, aunque muchos no lo saben porque sus sentimientos están reprimidos. Mientras estos criminales conocen menos de si mismos, más peligrosos son para la sociedad.
«Así que pienso que es crucial para el terapeuta encontrar la diferencia entre el decir “cada víctima se convierte en perpetrador,” la cual es falsa, y decir “cada perpetrador fue una víctima en su infancia”, lo que considero cierto.»
El problema es que sino siente nada, no recuerda nada, no se da cuenta de nada, y es la razón por la que los estudios no siempre revelan la verdad. Y la presencia de un testigo iluminado cálido, -un terapeuta, trabajador social, abogado,juez- puede ayudar al criminal a desbloquear sus sentimientos reprimidos y restaurar el flujo irrestricto de consciencia. Esto puede iniciar el proceso de escape del círculo vicioso de la amnesia y violencia.»
© Alice Miller, 1997