No, lo mejor que podemos ofrecer a nuestros hijos no es ser felices
Tiempo de lectura: < 1 minutoSe habla en exceso de la felicidad como meta y olvidamos que la felicidad es una consecuencia natural. No se puede buscar la felicidad. La felicidad es la consecuencia de la compasión. Si se pone como meta se cosifica y queda devorada por el desprecio de lo que uno es aqui y ahora. No puede haber felicidad sin compasión. Leía un comentario que decía que lo mejor que podemos ofrecer a los hijos es ser felices. Yo creo que lo mejor que podemos ofrecer a nuestros hijos es desmitificar la felicidad y, sobre todo, dejar de ponerla como meta. Ofrecerles la aceptación en nosotros mismo de cuando estamos tristes, enfadados, asustados o alegres.
Lo mejor que podemos ofrecer al mundo es soltar ideales, objetivos, posturas, anhelos. Lo mejor que podemos ofrecer a los hijos es honrar que cada aspecto de la vida es sagrado, que todo tiene un sentido, que ignorarlo genera sufrimiento. Lo mejor que podemos ofrecer a nuestros hijos es decirles honestamente que sí estamos tristes cuando nos ven llorar, que si nos asusta que nos dejen, que si somos humanos y que no sólo no hay nada de malo en ello, sino que es desde ahí que nos podemos acompañar, y ser padres sanos de nosotros mismos. Lo mejor que podemos ofrecer a nuestros hijos es dejarnos en paz y caminar.
Nuestros hijos también somos nosotros mismos, y lo mejor que le puedo ofrecer a mi niño interior es una escucha que nunca tuvo, decirle que lo que haya está bien. Acogerlo. Sin buscar más que darle el aliento de una mirada abierta sin juicio.
Y ya.