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¿Qué es el carácter? 1era entrega: Juan José Albert, psiquiatra, neurólogo y psicoterapeuta

Tiempo de lectura: 8 minutos

¿Qué es el carácter? Socialmente la palabra «carácter» se usa para referirise a una persona que tiene determinación. Solemos decir «tiene carácter» a alguien que no se doblega facilmente. Cuando decimos que alguien tiene el ego subido, o mucho ego, coloquialmente se refiere a personas que tienen una actitud narcisista, orgullosa o altanera.
Pero en psicoterapia el concepto de carácyer, ego o neurosis son casi sinónimos y con un significado más amplio. Creo que la mejor manera de ir comprendiendo esos conceptos es a través de personas que después de muchos años de trabajo clínico pueden describirlo con nitidiez, cada uno en su estilo. He pensado en hacer diferenes entradas con cada una de esas personas. En esta primera entrada, pongo la opinión de Juan José Albert, psiquiatra, neurólogo y psicoterapeuta clínico integrativo, coordinador y fundador del I.P.E.T.G. en Alicante.

Extracto de una breve entrevista por parte de sus alumnos:

-Nieves: Juanjo ¿podrías explicar de una manera sencilla qué es el carácter y cómo se forma?
-Juanjo: Bueno, si quieres como definición sencilla de lo que es el carácter, te diría que es una estructura, una parte de la personalidad que se forma de manera reactiva a la angustia por la perdida de contacto con uno mismo desde niño, la perdida de contacto con el amor, con el amor de uno a si mismo. Esto genera un intenso dolor, y reactivo a ese estado se forma el carácter, y lo hace en los primeros años de vida, hasta los siete u ocho años, aproximadamente, y que, de una parte, nos defiende de las posibles agresiones del medio externo, agresiones en el sentido psicoemocional. Esto es así, pero también nos impone una perdida de contacto con nosotros mismos y con los demás. Por tanto es una especie de estructura más o menos rígida, y dependiendo de su rigidez va a ser más o menos patológica. Lo cierto es que condiciona nuestro contacto con la vida. Resulta curioso porque es imprescindible para poder vivir y para relacionarnos con los demás, pero hay que intentar que esa estructura sea lo más móvil posible e, idealmente, habría que someterla para que seamos nosotros los que cabalguemos el carácter, y no que el carácter nos cabalgue a nosotros. La estructura caracterial impone una serie de pautas que son repetitivas. Es la compulsión a la repetición de las mismas cosas… […] Digamos entonces que si el carácter me impone condiciones de una manera inconsciente, y me hace comportarme siempre de una misma manera, aunque yo sepa que me estoy dañando a mi mismo, ahí es cuando el carácter comienza a ser patológico. Si somos capaces de ir desectructurando el carácter hasta romper esta compulsión a la repetición, y ponemos las virtudes del carácter a nuestro servicio, entonces se puede convertir en una herramienta muy útil… algo así como “el abrigo en invierno”, me lo pongo y me lo quito. Pero eso es ya cuando hemos conseguido domarlo.
-Carmen: La infancia, todo el proceso de crecimiento acaba dejando una huella, y al parecer esto desemboca en la formación de un determinado patrón de conducta. Pero ¿esa huella es imborrable? ¿Tenemos que acostumbrarnos a vivir siempre con un patrón más o menos sano, más o menos enfermo?
-Juanjo: Mira, el carácter es para toda la vida, pero es una herramienta útil, nos sirve para relacionarnos, para movernos, para conseguir nuestras cosas. En la medida en que vayamos desprogramando el carácter, conociendo el cómo, el dónde, el porqué, el cuándo de nuestra formación de carácter, en la misma medida lo vamos poniendo a nuestro servicio, podemos utilizar las partes útiles, las cualidades positivas de éste. Vale, el carácter es para toda la vida, pero tampoco cabe una visión predeterminista del sufrimiento. Si nos ocupamos de sanarlo, no. Cuando el carácter es sano y está lo suficientemente desestructurado… qué más da un carácter que otro… […] El carácter se estructura a partir del momento del nacimiento, y cuando nacemos traemos una dotación genética, en parte hereditaria y, también, adquirida intraútero, además nacemos con un determinado temperamento, y todo esto va a confrontarse con las exigencias del medio donde estamos viviendo. De esta confrontación sale el carácter en forma de pautas que el niño desarrolla para mitigar, por un lado, la angustia y, también, para adaptarse a las demandas del medio… Así, que la desprogramación podría parecer sencilla, pero si el carácter se forma desde un punto de vista conductista con estímulo-respuesta, acierto-error… la cosa se complica, porque puede haber intervenido la imaginación, la fantasía, intervienen las emociones… por tanto es necesario pasar por revivir todas estas situaciones… dónde intervino nuestra fantasía, nuestra imaginación, qué pasó con nuestras emociones. Todo esto es necesario para desprogramar nuestro carácter. Así que ya ves, los factores son internos y externos. Una persona por si sola ¿podría desprogramarse? Podría, pero es muy difícil. Casi siempre necesitamos un referente externo, eso facilita las cosas.
-Carmen: Y hablando de ese referente ¿qué lugar ocupa el terapeuta y el maestro en todo este proceso de autoconocimiento?
-Juanjo: Un lugar imprescindible. El psicoterapeuta es la persona que te ayuda a desbrozar el camino, a quitar la hojarasca hasta donde esto es posible, y, teóricamente, es posible hasta que la persona puede asumir lo que los psicoanalistas llaman la castración, la no omnipotencia. Desde el punto de vista psicológico, a partir de ahí, poco más o menos, el psicoterapeuta ya no tiene mucho que hacer. En este momento intervendría el maestro. Y ¿a qué te ayuda éste? Pues a descubrir la espiritualidad, desarrollarla a través de las virtudes, de las ideas santas… Pero aquí llega otra castración que es mucho más definitiva, y es que, bueno, la trascendencia existe, pero que te toque a ti o que no te toque a ti es otra cosa… Claro, asumir esto ya es bastante. Entonces es como volver a hacer todo el ciclo, volver a encontrarse con el vacío, con la soledad, con la angustia… Y, por supuesto, hay que estar alerta, también, ante los diversos maestros y los diversos niveles de maestría.
-Sandra: Respecto a cómo desprogramar el carácter, y la herramienta que supone el eneagrama para ello, pareciera como que ese estudio de los diferentes tipos se aborda, a menudo, con una visión negativa, y creo que algunas personas viven eso de una forma traumática… ¿Tú crees que sería interesante introducir una visión más positiva del eneagrama?
-Juanjo: Bueno, por lo que yo conozco, el eneagrama introduce una visión positiva de cada grupo. Yo creo que cuando en el eneagrama se habla de pecado se alude al sentido etimológico de la palabra que es errar el blanco, fallar el camino, equivocarse. En el eneagrama, efectivamente, están los pecados, las pasiones y las fijaciones, pero también están las virtudes, las ideas santas, los catalizadores y, además, está el eneagrama de los instintos. Todo esto ayuda muchísimo… Pero no hay que engañarse, hay una parte del eneagrama a la que hay que darle batalla, y esa parte son las pasiones y las fijaciones y, además, tenemos que colocar a los instintos en su sitio para que cada instinto trabaje con su propia energía. Cuando todo esto está lo suficientemente claro para la persona, entonces podemos apoyarnos en el eneagrama de las virtudes y de las ideas santas, y esto se convierte en una ayuda muy importante, porque si la parte que trabaja lo neurótico del carácter es dura, es dolorosa… la parte que trabaja lo espiritual del carácter es muy gratificante e ilusionante, energetiza y nos abre a un nuevo mundo. Esto ayuda muchísimo.
-Sandra: Sí, pero una vez que has visto esa parte negativa, pecadora, y se da el paso a la más positiva ¿no crees que hay personas, tipos que hacen ese proceso demasiado rápido, que pueden quedarse enredados en la búsqueda de lo positivo, es decir, quedarse neurotizados en la parte luminosa de cada tipo sin darse cuenta que, realmente, hay que hacer un camino hacia la virtud?
-Juanjo: Sí, tú te refieres a las personas que comienzan por la parte virtuosa. Bueno, yo a eso le doy un nombre: “el triple salto mortal del ego sin red”. Sí, hay muchas personas que se quedan enredadas ahí. No es posible desarrollar la parte virtuosa si antes no hemos dado batalla a la parte neurótica. Es como pretender ver sin quitarnos la venda de los ojos. Al ir trabajando la parte neurótica va apareciendo una sensación de vacío, de soledad, donde no hay soporte ninguno. Ahí hay mucho dolor, es la noche oscura del alma, el desierto… y la salida de ese desierto es, “yo sé que la virtud existe, voy a por ello”. Por que en el transcurso del trabajo con la parte neurótica, en algún momento, hemos rozado las ideas santas, y, por tanto, “yo sé que eso existe”. Así que es cuestión de poner la intención y la voluntad en función de conseguir eso. Pero trabajar sólo con la parte virtuosa es como desplegar las velas de un velero sin desamarrarlo del puerto. Eso es puro alimento para el ego, refuerza la estructura neurótica, y, de hecho, en algunos rasgos, ese es el síntoma, precisamente, esa es la enfermedad.

Otros apuntes de Juajo Albert respecto de la Terapia Gestalt y el carácter

La Terapia Gestalt, en definitiva, es un análisis del carácter desde la experiencia en el presente. El análisis del carácter fue descubierto por Reich, frente a los supuestos psicoanalíticos del momento en que se tendía a interpretar el inconsciente. Reich propuso que era más eficaz trabajar desde lo obvio, desde lo que la persona podía conocer, desde sus manifestaciones caracteriales, para ir pudiendo quitar capas defensivas; como él decía, como las capas de una cebolla hasta llegar al núcleo, que en definitiva, es lo que nos propone también la gestalt. Ambos son modos de terapia en la que el carácter toma el protagonismo. Coinciden también en la importancia que le dan a la capacidad de autoregulación organísmica, en que el ser humano es capaz de autoregularse si no nos ponemos obstáculos. De tal manera que el análisis del carácter es ir quitando obstáculos para que la autoregulación pueda manifestarse y proporcionarnos el buen vivir, que es la naturaleza de la vida. Ambos nos presentan una visión humanista, holística, del ser humano y de su relación con el ambiente. En el ser humano no se puede separar lo intelectual (lo racional), lo emocional, lo corporal ni tampoco su relación con el medio, con el ambiente. Todo ello forma una unidad. Cuando esta unidad es armónica aparece el cuarto factor, que sería la espiritualidad, la capacidad creativa.
Así pues, el carácter es una función que se desarrolla desde la infancia, desde el momento del nacimiento, que tiene por misión adaptar al individuo al ambiente. Y, a la vez, defenderle de las frustraciones, las agresiones que puedan venir del ambiente. Pero, como esta función se origina, fundamentalmente, durante los 7 primeros años de vida, en el adulto queda obsoleta, anticuada, y seguimos manteniendo pautas de relación, ya como adultos, que son infantiles. De modo que, lo que en el niño sirvió para adaptarlo, en el adulto puede llegar a ser desadaptativo y disfuncional. Es necesario soltarnos de estas defensas y crear una manera nueva de relacionarnos con nosotros mismos y con el medio. Y esto puede dar algo de miedo, porque estamos acostumbrados a una determinada manera de funcionar y cambiar de vehículo puede dar inquietud. Sin embargo, es extraordinariamente gozoso poder librarse uno de este caparazón infantil.
Y, como decía un querido amigo que ya murió (Ignacio), el crecimiento siempre duele: duelen los huesos al crecer y también duele el alma al crecer. Pero merece la pena. Ser libres nos da miedo, creo que es lo que más miedo nos da: asumir la responsabilidad de nuestra vida como seres adultos y libres, pero también creo que no podemos emplear nuestro tiempo de mejor manera que esta.
El carácter se desarrolla a lo largo de las fases de la maduración infantil. De manera que en cada momento, en cada fase, hay como un disparador biológico y este disparador biológico permite que madure todo el organismo pero, lo que a no sotros nos interesa, ponemos la atención en el sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico. Sobre esta base neurológica, orgánica se desarrollan las funciones psicoemocionales y, en cada fase, hay unas determinadas funciones que maduran específicamente. Conocer lo que la naturaleza demanda al niño que desarrolle en cada momento es importante para poder satisfacerlas, considerando que no son caprichos del niño, sino que son demandas de la propia naturaleza. Tan importantes para la vida como la demanda de comida o la demanda de sed o cualquier otra necesidad biológica, también lo son la demanda de contacto, la demanda de ternura, la demanda de reconocimiento. Y, aunque el sentimiento básico de confianza es una unidad, didácticamente podemos considerar que en cada etapa del desarrollo, en cada fase del desarrollo, también se desarrolla y se arraiga uno de los componentes del sentimiento básico de confianza. Teniendo en cuenta que cada vez que mencionamos la palabra “didáctico” estamos ya falseando un poco la realidad.

Manuel Cuesta Duarte manuelcuesta@paziencia.com

Manuel Cuesta, soy terapeuta gestalt con consulta en Granollers y online. Dirijo Paziencia desde 2010. Ofrezco acompañamiento en terapia individual y de pareja, dirijo grupos de supervisión para terapeutas y grupos de terapia. Colaborador de Cherif Chalakani desde hace 14 años. He sido docente del Proceso Hoffman en España, dirigido grupos de hombres en movimiento y colaborado con diferentes escuelas de formación Gestalt y corporal.

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