Nasrudin y el sueño del sultán, o sobre cómo decir (y escuchar) las cosas
Tiempo de lectura: 2 minutosNasrudín, es un personaje mítico de la tradición popular sufí, una especie de antihéroe del islam, cuyas historias sirven para ilustrar o introducir las enseñanzas sufíes, se supone que vivió en la Península de Anatolia en una época indeterminada entre los siglos XIII y XV. Literalmente su nombre significa «la victoria de la fe». (Referencia)
Muchas veces utilizamos las enseñanzas de Nasrudin para comprender situaciones relacionadas con la atención o la rigidez del carácter. Nasrudin es maestro e idiota a la vez. Es lo que en ese momento se necesite siempre al servicio de la enseñanza. No tiene etiquetas. Su propia actitud es en si misma una enseñanza.
El sueño del sultán
Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Al despertar, ordenó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.
– ¡Qué desgracia Mi Señor! -exclamó el Sabio- Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
– ¡Qué insolencia! – gritó el Sultán enfurecido. ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y encargó que le dieran cien latigazos.
Más tarde mandó que le trajesen a Nasrudín y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
– ¡Excelso Señor! Gran felicidad le ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes. Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran a Nasrudín cien monedas de oro.
Cuando el mullá salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
– ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
– Recuerda bien amigo mío, respondió Nasrudín, que todo depende de la forma como se dicen las cosas.
La forma y la escucha activa
Cuatro personajes: El primer sabio no sabe escuchar al Sultán, solo escucha su conocimiento. No le Ve. El Sultán no escucha al sabio, sólo ve su miedo y ambición. Nasrudin ve, escucha, y tiene conocimiento. Eso es sabiduría. Puede expresarle al Sultán la verdad, entendiendo su momento, y eso permite que llegue. El cortesano es un observador, como persona no involucrada puede ver que el primer sabio y Nasrudin han dicho, en teoría lo mismo, pero no sabe qué ha cambiado. La forma lo es todo. La forma viene de la escucha. Las escucha viene de la atención.
A la terapia Gestalt se le suele llamar «el arte del contacto», el arte poder hacer contacto con el otro en el momento justo, de la forma precisa, que permite revelar (desvelar) el momento. Es todo un oficio que requiere maestría.
Como receptores («escuchantes, pues es una actitud activa), y emisores («emitientes») necesitamos estar en una escucha activa, de uno mismo y del otro, para conseguir el encuentro. Y eso, se da poco. Todo nuestro entreno desde la infancia esta orientado a no escucharnos.