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Lola Hoffmann, entrevistas y notas. 1era entrega: feminismo y patriarcado

Tiempo de lectura: 15 minutos

«Ya hace más de un siglo que la mujer empezó a protestar. Primero en una forma algo ridícula pero ya la primera sufragista tenía un concepto muy razonable y muy profundo de lo que es el ser humano. Que la mujer podía hacer perfectamente bien trabajos llamados masculinos, que podía pensar igual que un hombre, y que podía vivir como mujer soltera y conquistar un cierto status, lo que antes era imposible. Y al mismo tiempo que protestaban, algunas mujeres -unas pocas- empezaron a cultivarse: a pensar, a filosofar, a escribir, a trabajar.»
Es la mujer la que se rebeló primero contra un estado de cosas y un sistema de vida que le acarrea grandes sufrimientos, explica Lola. «Pero el hombre tampoco lo pasa bien. Esto de que la mujer llene su vacío dominándolo, chantajeándolo, es una enorme carga para él también. Y para los hijos, en cuyas vida la mujer también se entromete negativamente. Todo esto ha llevado al matrimonio patriarcal a una tremenda crisis, que todos estamos viendo a nuestro alrededor. La pareja ya no resiste la dominación mutua.»
¿Y qué solución le ve usted al problema de la pareja?
Aunque la mayoría está lejos aún de poder construir una sociedad basada en la equivalencia sexual, hay -dice- algunos adelantados que ya comprendieron el problema y que están intentando nuevas formas de convivencia. Todavía, piensa, no hay una solución al problema de la pareja. Pero la capacidad del ser humano de vivir sólo ha aumentado, «lo que es muy importante porque esa soledad prepara para una futura vida en pareja. La pareja sólo es posible de soledad a soledad, de integridad a integridad: no de necesitar apasionadamente a otro… y explotarlo».

Entrevista y texto original:
http://www.morfonet.cl/secciones/conocimiento/006.htm

Escritos de Lola Hoffmann

Pasados ya casi diez años de la muerte de la psiquiatra Lola Hoffmann, nos parece pertinente, dado el carácter profético de sus ideas, y la gran importancia y lucidez de sus planteamientos, rescatar del semi olvido en que se encuentran, algunos de los textos que contienen su palabra, su pensamiento y visión de la sociedad…

«El Principio del Fin del Patriarcado»
Por Malú Sierra

Sería difícil imaginar que esta mujer de 77 años, de apariencia frágil, silenciosa, amable, es una gran innovadora. Una líder cuya fuerza está en el halo de bondad que la circunda. En la sonrisa que a veces se vuelve suavemente burlona. Y en la palabra.

Lo la Hoffman, fisióloga y psiquiatra

No le gusta aparecer en forma pública. Su estilo es de persona a persona. Así ha transmitido a generaciones de mujeres lo que ella aprendió sobre la vida. Una experiencia, un conocimiento y una intuición que hoy quiere transmitir masivamente porque ya está maduro el tiempo -piensa- para decir con certeza que estamos en el comienzo del fin del patriarcado. Y que eso significa, sin duda, un cambio fundamental en los valores y en la vida del hombre contemporáneo.
Se podría decir que es una feminista, siempre que eso se entienda como es: nada de antimachismo militante ni de rabia más o menos disimulada. Para Lola Hoffmann el fin del patriarcado es el renacer de la humanidad. El fin de un pecado original que durante seis a siete mil años ha impedido al hombre y a la mujer ser lo que de verdad son: una trinidad. Cada uno Padre, Madre, Hijo. La misma trinidad de Dios, que no es sólo Dios Padre, como lo presenta la patriarcal tradición judeo-cristiana.
También la moderna teología, como la antropología, la paleontología, la arqueología, la filosofía y otras disciplinas del conocimiento, se están preocupando en este momento de este fenómeno que Lola Hoffmann llama el fin del patriarcado. El padre Leonardo Boff, teólogo brasileño de gran prestigio, dedica su libro «El rostro materno de Dios» a replantear el tema de lo femenino. A rebatir la idea de teólogos como Santo Tomás que decía que «la mujer está por naturaleza sometida al hombre, ya que el hombre por naturaleza posee mayor discernimiento racional».
Comentando las reivindicaciones de la mujer «para que se la reconozca como persona y se la acoja en su diferencia propia, sin pensar en privilegios ni tolerar el dominio de uno sobre el otro», en teológico lenguaje Boff afirma que «todo parece indicar que estamos asistiendo a la aparición de uno de los arquetipos más decisivos del inconsciente colectivo de la humanidad: el arquetipo del Anima (lo femenino) en sus múltiples manifestaciones. Solamente tras millares de años brota semejante irrupción. Resulta un auténtico viraje. El hombre (varón y mujer) se autointerpreta de nuevo; Vuelve a definir sus relaciones con los demás, dentro del marco institucional de los poderes y como imagen de Dios».

Su Propio Despertar

Y por este tema apasionante Lola Hoffmann acepta salir de su refugio. Su nombre completo es Elena Jacoby y acaba de quedar viuda del doctor Francisco Hoffmann, una eminencia en el campo de la fisiología y del humanismo. Ella es letona de nacimiento pero de Letonia salió hace casi sesenta años para terminar sus estudios de medicina en Alemania. Allá conoció al médico chileno, se vino a Chile, se casó, tuvo dos hijos, Adriana y Francisco, y junto con su marido trabajó en el Instituto de Fisiología.
Pero a la mitad de la vida, cuando viene el tiempo de la gran transformación -ella la llama la «metanoia»- aceptó el cambio que, entre otras cosas, la sacó de la fisiología para convertirla en psiquiatra. Dejó en el laboratorio su afición por la célula y empezó a amar el alma humana.
Primero trabajo con la suya propia y después con la de otros. Entró a trabajar con el profesor Ignacio Matte Blanco quien la guió por el camino de la psiquis. De los mitos y los males que marcan la infelicidad de hombres y mujeres. Los mitos y males que tienen su raíz -así lo entendió después- en esta forma de vida que se llama patriarcado.
Su tarea, desde entonces, ha sido ayudar a hombres y mujeres a transformarse en personas completas: padre, madre, hijo. O al menos a intentarlo. «No podemos seguir siendo sólo un tercio de nosotros mismos»- dice. Incansablemente estudiosa, Lola Hoffmann lee, subraya, saca apuntes, para saber más y para ayudar más a la gente que busca su ayuda. Según ella «mostrarles que la estructura patriarcal no corresponde a la naturaleza del ser humano liberó a muchas mujeres».

Entrevista

Usted dice que estamos a las puertas del fin del patriarcado y de todos los valores introducidos por él. ¿Cuándo y por qué lo entendió así?
«La primera vez que oí hablar de esto fue durante mis conversaciones con el escultor y poeta Totila Albert. Yo estaba convencida que así era la naturaleza humana: que la mujer era más tonta que el hombre, más débil, dependiente, incapaz de organizar nada -una aldea, una ciudad, un país- que tiene que ser objeto sexual del hombre, el que insiste en la virginidad prematrimonial. Según el hombre esto es un mandamiento de Dios. Nunca me había preguntado por qué. Pero en estas conversaciones Totila me habló con mucha pasión y gran convencimiento de que este concepto del rol de la mujer no correspondía a la naturaleza del ser humano sino que era algo relativamente moderno. El había leído y estaba en antecedentes de las últimas investigaciones científicas pero sobre todo tenía una intuición clara del asunto, derivada de una experiencia mística. Durante esta experiencia había tenido la certeza de la trinidad dentro de sí, acompañada de una indescriptible dicha y una sensación de totalidad que lo orientó durante toda su vida. Entonces empezó a buscar todas las evidencias que muestran que el ser humano es tal como él fue durante esos cuantos minutos: Padre, Madre e Hijo. Y comenzó a desarrollar conscientemente en sí mismo esos principios. Se permitió ser Madre; se permitió ser Padre. Y desarrollar también todas las potencialidades que son características de esos principios.»

Nuestra Trinidad

«Totila Albert se preguntaba: ¿Qué es lo que tienen en común todos los seres humanos? Y respondía: su estructura interior y exterior, dada por la naturaleza, de Padre, Madre e hijo. Cada hombre es una trinidad. Ya en el huevo fecundado, decía, se encuentran preformados estos tres elementos -las tres capas embrionarias que se llaman hojas blastodérmicas- que corresponden, cada una, a los tres principios esenciales.
De la hoja exterior -el ectoderma- se desarrolla todo el sistema nervioso y los órganos de los sentidos. Este es el principio paterno, que tiene como función la conexión con el mundo.»
«De la hoja que mira hacia el interior del huevo -el endoderma- provienen los órganos internos, o sea todo lo que tiene que ver con la alimentación. Este es el principio materno, y lo que lo caracteriza es la capacidad de alimentar, de dar de su propia sustancia, y -además- de despedir al hijo entregándolo a la vida y dándole libertad para su desarrollo.»
«Entre el ectoderma y el endoderma se forma una tercera capa embrionaria -el mesoderma- que da posteriormente origen al sistema óseo y muscular, o sea todo lo que tiene que ver con el movimiento. De mesoderma se forma, además, todo el aparato circulatorio (que tiene que ver con la emoción) y las glándulas sexuales (que dan origen al amor). Movimiento, emoción y amor son funciones filiales. El principio filial es el Yo.»
«Pero en toda la historia conocida el equilibrio de los tres componentes ha sido perturbado por la toma del poder absoluto del principio paterno. Es el patriarcado en el cual estamos aún enredados atávicamente. El principio paterno ha usurpado la Tierra. Fracasamos en nosotros mismos porque no desarrollamos armoniosamente los componentes maternos y filiales. A consecuencia de una educación patriarcal de más de seis milenios, estamos forzados a aceptar las valorizaciones trastocadas como si fueran verdades. La naturaleza del hombre ha sido violentada.»

¿Y cómo hemos llegado a este estado de cosas?

En su mesa de trabajo están los inmensos libros de Morgan, Bachofen, Bornemann, arqueólogos y antropólogos que interpretaron los hallazgos del paleolítico, del mesolítico y del neolítico desde el punto de vista de las diferencias, similitudes y relaciones entre los sexos.
«Se ha descubierto, por ejemplo, -cuenta- que en el paleolítico y en el mesolítico hombres y mujeres eran igualmente fuertes. No había diferencias de tamaño ni de diámetro en los huesos de ambos sexos. Esto significaría que no había división del trabajo; que ambos realizaban el mismo tipo de trabajo.
«Antes del neolítico -dice- no se conocía el nexo entre emparejamiento y procreación lo que hacía que el linaje siguiera la línea materna. Esto confería a la mujer un status social sumamente alto y en muchas partes era adorada como diosa.»
«Hombre y mujer -continúa Lola Hoffmann- tenían el mismo nivel hasta el invento del arado, que se supone es un invento masculino. La tierra era venerada como madre, que proveía a todos en forma generosa y equitativa por lo que la idea de herir profundamente algo venerado no puede proceder de un ser de sexo femenino sino de uno que tiene un órgano sexual hecho para penetrar. Restos de arado, junto con restos de armas aparecen recién en el neolítico, entre seis y siete mil años atrás.»
«Con el arado la población aumentó en forma muy rápida, a causa de la mejor alimentación. El grano, que es un alimento bastante completo, hizo menos necesario que el hombre se fuera lejos, en pos de caza mayor. La convivencia entre hombre y mujer se torna mucho más íntima y recién entonces el hombre descubre su papel en la procreación. Esto -continúa Lola- debe haber excitado y producido un efecto psicológico inmenso sobre el varón. Es aquí donde nació la palabra mío: «mi hijo», «mi mujer». Para asegurarse que sea «mi hijo» la mujer por supuesto tiene que ser virgen en el momento de tomarla y durante la convivencia toda relación sexual con otro hombre tiene que ser castigada con el apedreamiento.»
«En ese momento comenzó el patriarcado y de ahí para adelante el hombre reduce cada vez más a la mujer a la casa y a tres o cuatro de sus funciones biológicas. Así creyó proteger su propiedad privada.»

El Mito de la Sirena

«Aburrida, reprimida sexual y espiritualmente, completamente vacía, la mujer desarrolla dos grandes vacíos: el vacío sexual y el vacío espiritual, razón por la cual se instala enérgicamente en la vida del hombre tratando de dominarlo y de explotarlo con el fin de llenar el vacío. Ese es el mito de la sirena, o de la «Femineidad», que provoca tanto sufrimiento. La sirena, cuyo norte es atraer al hombre, desde el ombligo para abajo es un pez: completamente fría. Femenina y frígida. Atrae al hombre pero no lo puede satisfacer, en cambio esta cola de pez hace que ella tenga que vengarse, hundiendo al hombre. Destruyéndolo. Sometiéndolo a su voluntad».
«Este mito de la «femineidad» -dice- seduce por igual a hombres y mujeres. A la mujer porque la «femineidad» le da poder sobre el hombre, que es el que tiene poder sobre el mundo. El asunto del poder -aclara- ella lo ha aprendido del patriarcado. Pero el drama es que su «triunfo» sobre el hombre es a costa de su propia persona. De no ser persona. Por su parte el hombre machista o patriarcal no le gusta la mujer persona y por lo mismo lo excita mucho la sirena. Esa que después intentará destruirlo…»
El patriarcado no es una «culpa» de los hombres solamente sino un fenómeno de vida que involucra a toda la humanidad. Así, dice Lola Hoffmann, la mujer trabaja en forma inconsciente en contra de sí misma y a favor del patriarcado. «Ella es el sostén máximo del sistema. Se la ha educado para desear sólo la familia, preocuparse sólo de sus hijos y crearle cierto confort a su hombre. Y nada más. Para que sea individualista, egoísta, encerrada en sí misma.»

Los Signos de los Tiempos

Si las cosas han sido como han sido durante seis a siete mil años, ¿qué le hace pensar, concretamente, que están cambiando?
«Ya hace más de un siglo que la mujer empezó a protestar. Primero en una forma algo ridícula pero ya la primera sufragista tenía un concepto muy razonable y muy profundo de lo que es el ser humano. Que la mujer podía hacer perfectamente bien trabajos llamados masculinos, que podía pensar igual que un hombre, y que podía vivir como mujer soltera y conquistar un cierto status, lo que antes era imposible. Y al mismo tiempo que protestaban, algunas mujeres -unas pocas- empezaron a cultivarse: a pensar, a filosofar, a escribir, a trabajar.»
Es la mujer la que se rebeló primero contra un estado de cosas y un sistema de vida que le acarrea grandes sufrimientos, explica Lola. «Pero el hombre tampoco lo pasa bien. Esto de que la mujer llene su vacío dominándolo, chantajeándolo, es una enorme carga para él también. Y para los hijos, en cuyas vida la mujer también se entromete negativamente. Todo esto ha llevado al matrimonio patriarcal a una tremenda crisis, que todos estamos viendo a nuestro alrededor. La pareja ya no resiste la dominación mutua.»

¿Y qué solución le ve usted al problema de la pareja?

Aunque la mayoría está lejos aún de poder construir una sociedad basada en la equivalencia sexual, hay -dice- algunos adelantados que ya comprendieron el problema y que están intentando nuevas formas de convivencia. Todavía, piensa, no hay una solución al problema de la pareja. Pero la capacidad del ser humano de vivir sólo ha aumentado, «lo que es muy importante porque esa soledad prepara para una futura vida en pareja. La pareja sólo es posible de soledad a soledad, de integridad a integridad: no de necesitar apasionadamente a otro… y explotarlo».
Agrega que otra dificultad es que hay muy pocas mujeres que -entrenadas en el sistema patriarcal- tratan de encontrar una nueva forma de educar a sus hijos.

¿Cuál diría usted que es el sufrimiento mayor en la pareja humana de hoy? ¿La causa principal por la cual las cosas tendrían que cambiar?

«El sufrimiento de hoy es la propiedad: «mi» marido, «mi» mujer. Esa palabra «mi» es el sufrimiento. El ser humano no puede ser propiedad de otro ser humano. Puede ser tremendamente generoso, tremendamente amoroso, pero no puede ser propiedad de otro ser y sentirse como tal».

¿Cuáles son los principales errores, derivados de ese «mi», que usted constata en las parejas?

«Lo que yo he visto en mi larga vida es que una proximidad exagerada en el espacio destruye el «eros».
Hay una sumación de pequeñas irritaciones, sobre todo de noche, al dormir en la misma cama, por ejemplo. Uno enciende la luz porque quiere leer y el otro quiere dormir. Esas pequeñas e inocentes irritaciones se suman, produciendo al día siguiente una terrible molestia. Hay que tener mucho cuidado con una proximidad exagerada. Cuando yo le propongo a una pareja, que casi se saca los ojos mutuamente, que separen dormitorios, de inmediato esgrimen que no hay más piezas y -sobre todo- que están acostumbrados y que no pueden dormir sin el otro. Yo llamo a ese fenómeno «adicción a la cama. Como el alcohol o la morfina. Una tremenda esclavitud. Por paradojal que parezca, se puede decir que mientras más separación haya en el espacio, tanto más cercanía espiritual».

El Sistema Se Defiende

«En una sociedad donde muchas mujeres aparecen haciendo cosas, e incluso ocupando cargos importantes, podría parecer que la visión de Lola Hoffmann no corresponde a la realidad.
«Claro que corresponde. Estamos hablando del trágico hecho de que la mitad de la humanidad no participa en el proceso creador. Con excepción de algunos millones. Pero ¡qué son dos o tres millones de mujeres creadoras! Y ni siquiera creo que haya tanto. En política, por ejemplo, nunca ha habido en los más altos cargos una mujer que haya defendido el derecho de la mujer. Son hombres casualmente nacidos mujeres, defensores del patriarcado y de todos sus errores.»
La idea de la dueña de casa feliz más bien pareciera que está renaciendo.
¿Cómo se explica?
La idea me parece que no es real, sino un invento de la publicidad. Esta vez se utilizó la herramienta del consumo para mantener a la mujer prisionera. El comercio se encarga de venderle un cuantuay porque ella, vacía como está, es la máxima consumidora. Llena su vacío con objetos.»
Pero si uno le pregunta a una dueña de casa si le gusta su vida, responde que es muy feliz.
«No siempre ocurre así. Y pasa también que la propia mujer muchas veces no tiene conciencia de su infelicidad. No entiende por qué, pero el hecho es que siempre está cansada, aburrida, histérica, nerviosa. Y el drama se desencadena cuando los hijos crecen y se van de la casa. Entonces se siente que no es útil para nadie y que no tiene nada que hacer. Otro hito es cuando termina el período de ser objeto sexual para el hombre. De repente descubre que no es nada, que no tiene un «yo» aceptable para sí misma. Nuestra época pone un énfasis enorme en la juventud y no tenerla es una crisis feroz.»
«El noventa por ciento de las mujeres que llegan a mi consulta sufren depresión y angustia, consecuencia de una vida frustrada, lo que produce una tremenda agresividad. Como es imposible dirigir está agresividad contra la familia, que uno tiene que amar, la dirigen contra sí mismas. Y una persona triste, sin impulso, sin vida, no puede agredir. Se asegura de no poder agredir y no tener así una culpa adicional, y entonces se agrede a sí misma y se muere en vida. Pierde el interés por todo, se dedica a jugar a las cartas y otras actividades sin sentido, y yo he conocido algunas que se metieron a la cama y no salieron más de allí.»

¿Cómo pueden romper estas mujeres con su vida mediocre?

«Decidiéndose a trabajar. Y trabajar por los demás. Introduciéndose en el mecanismo de la cultura. Y esto no es un tema de feministas sino que está en la naturaleza humana: participar en la creación.»
¿No basta la creación de tener hijos?
«Sin duda que es una creación. Pero, por ejemplo yo, amo profundamente a mis hijos; sufriría tremendamente si les pasara algo. Pero no son el centro de mi interés y sobre todo ellos no desean serlo. No me meto en la vida de ellos. Ellos viven su vida y yo por supuesto que gozo con todo lo que hacen pero me niego a tomar el rol de la abuelita feliz como centro de mi vida.»
¿Y qué pasa cuándo son más chicos?
«Yo estoy segurísima que las mujeres dan demasiados cuidados, demasiada protección a sus niños. Se ha demostrado hoy en día que la dedicación exclusiva de la madre al niño en su primera infancia no redunda en provecho para su desarrollo. Al contrario. Mientras más personas con las que el niño se relacione, tanto más normal y sin mayores conflictos resultará su vida. Decididamente son los padres en la mayoría de los casos los focos de las enfermedades psíquicas más graves.»
«Al principio femenino pertenece antes que todo el alimentar física y espiritualmente. Pero hay también otro elemento que hasta ahora la mujer no ha asumido y hecho suyo, que es dar libertad. Soltar. Hay que tener el valor de exponer al niño a tareas más o menos difíciles y no autoprotegerlo por egoísmo, por evitar el sentido de culpa si algo le sucede.»

El Principio Del Fin

A pesar de las dificultades que el sistema y las mismas mujeres le ponen, el cambio está listo, según Lola Hoffmann, cada día son más las mujeres que toman conciencia y que están dispuestas -en primer lugar- a hacer distinta y mejor la relación de pareja.
«El espíritu del movimiento feminista ha cambiado mucho. Ya no se trata de luchar contra el hombre; por el contrario, la mujer le ofrece compañerismo y amistad. Y eso es lo más grande que le puede ofrecer. Lo que la mujer que ha entendido su propone es que se formen parejas en las cuales los dos tengan oportunidad de desarrollarse y desarrollar todas sus potencialidades. Y ayudarse mutuamente en este desarrollo.»

¿Estaríamos entonces en el fin del patriarcado?

«En el principio del fin. El hecho de que las mujeres expresen eso y el hecho de que haya muchos hombres «feministas», que ven las francas ventajas para ellos de una relación verdaderamente humana con la mujer, muestra que lo que nosotros llamamos familia patriarcal está por terminarse.»
¿Cómo sería la familia no patriarcal?
«Una familia en la que ambos puedan desarrollarse plenamente, sin interferencias. Sin egoísmos.»
Usted dice que está sociedad patriarcal crea relaciones que causan un enorme sufrimiento a los seres humanos. ¿Cómo tendrían que ser, según usted, las nuevas relaciones?
«Tendrían que basarse en la amistad. Una enseñanza, como la que ya principia en los colegios mixtos, da la posibilidad de una profunda amistad entre los sexos, la que puede llegar a ser tan profunda que en los momentos más fuertes se mueva todo el eros y termine en una relación de pareja. Pero esta no es necesaria. La amistad entre un hombre y una mujer es tan satisfactoria, aporta tanta plenitud y tanta felicidad, que ni siquiera es necesaria toda la exageración sexual de esta cultura sexy que vivimos.»

A Imagen De Dios

Para la doctora Hoffmann no cabe duda que todo está al revés en la sociedad y que el patriarcado es la base del pensamiento al revés.
«Nosotros no tenemos que pasarlo mal y hacerlo todo al revés. Al contrario, tenemos la obligación de ser perfectos, como Dios es perfecto. De realizar la imagen de Dios en nosotros, cada uno individualmente.»
¿Por dónde empieza la salvación?
«La mujer empieza desde su angustia y no le queda otra que informarse. «¿Es cierto lo que me dijeron?» «¿Es cierto que Dios lo estipuló de esta manera?» «¿Es cierto que esta es nuestra naturaleza?». Principiar a cuestionar.
Herida como puede estar, este cuestionamiento se le puede volver una tremenda agresión contra ella misma, contra su pareja, contra el mundo.
«En la mayoría de los casos es así. Pero esto hay que sufrirlo no más. Hay que permitirse caer en crisis, sufrir la crisis con toda la amargura que ella produce, pero salir.»
Para esta mujer de casi ochenta años, que nació cuando todavía no había ni radio ni televisión «este formidable invento de las computadoras y de todo el sistema de la informática» es la base de la salvación. «Es la posibilidad de la presencia de Dios en este mundo».
«Lo que pensamos aquí, en este momento, puede estar a veinte mil kilómetros de distancia en segundos, a disposición de muchas personas. Durante años sufrí con está idea: «¿Por qué no lo saben todos?». Por ejemplo: conflictos relacionados con la pareja, con el amor, con las relaciones padres-hijos, para los cuales hay solución. El problema era que se hacía imposible traspasar la información. Hoy en cambio hay tantos medios a disposición del hombre y tantas evidencias de que eso cambia rápidamente la mentalidad.»
¿O sea que Dios está en la informática?
«Dios está presente. La informática era una nostalgia del hombre.»
«El mismo Cristo dijo: «Vayan a todo el mundo y comuniquen la buena nueva». Y eso ha tenido efecto en un tiempo y en un país donde no había informática tan genial y tan divinamente artificial como es la computación.»

¿Es patriarcal el mensaje de Cristo?

«No. El es el único que, profesando una religión tan tremendamente patriarcal como la judía, entendía el fondo de eso y cuyo mensaje era el amor. La integración de las tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que representa el principio materno.»
(Entrevista hecha a Lola Hoffmann para la revista CLAN, por Malú Sierra.)

Manuel Cuesta Duarte manuelcuesta@paziencia.com

Manuel Cuesta, soy terapeuta gestalt con consulta en Granollers y online. Dirijo Paziencia desde 2010. Ofrezco acompañamiento en terapia individual y de pareja, dirijo grupos de supervisión para terapeutas y grupos de terapia. Colaborador de Cherif Chalakani desde hace 14 años. He sido docente del Proceso Hoffman en España, dirigido grupos de hombres en movimiento y colaborado con diferentes escuelas de formación Gestalt y corporal.

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