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Psiconeuroinmunobiología, lo que el corazón quiere, la mente se lo muestra.

Tiempo de lectura: 8 minutos

La entrevista de La Vanguardia a un destacado médico español afincado en USA y miembro de la «Asociación Americana para el Avance de la Ciencia» (y que copio íntegra más abajo) me sirve como impulso para introducir un interesante tema. ¿Cuál es el poder de la mente para crearnos nuestros propios problemas y cómo salir de ese laberinto? ¿Es real lo que me pasa?

[…] Se ha demostrado en diversos estudios que un minuto entreteniendo un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas. El estrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del cerebro y en la constelación hormonal.

Durante mucho tiempo terapeutas y psicólogos hemos ido trabajando en la línea de ayudar a las personas aportando nuevas herramientas a las que ya conocían para solucionar sus problemas.
Imagínate en un cenagal, en medio de cualquier zona segura. El lodo te cubre hasta más arriba de la línea del corazón. La primera sensación podría ser el miedo y se da una circunstancia curiosa, uno elige creer que pueda salir de ahí o creer que no podrá. Si uno piensa que pueda salir de ahí, buscará los medios para conseguirlo. Y así surge la primera reacción más común: pedir ayuda o, en segundo lugar, luchar contra el elemento.
La figura del terapeuta no es la de tenderle una cuerda al paciente, sino la de indicarle como poder salir de ahí con sus propias herramientas.
El miedo y sus propias creencias (en especial si cree que lo suyo no tiene solución) dificultarán el cambio con frases como «eso no me servirá», «eso no tiene sentido», «yo no puedo hacer eso», «eso no va a servir», «yo se que eso no funciona», «eso no es lógico»… frases que dice mientras sigue hundiéndose en el barro. En esos casos, el paciente no trata conscientemente de autoboicotearse, se trata simplemente del miedo que se produce al sentir que debe contradecir una decisión tomada, una creencia (la de que no va a salir, que nadie puede ayudarle o, más en el fondo, que no merece salir). Uno no puede salir de la mente con la mente. Es necesaria la ayuda del cuerpo y de lo absurdo.
Recuerdo este cuento que ejemplifica aún mejor esta situación:

«Dos ratoncillos que buscaban comida cayeron en una jarra de leche. Los dos intentaron subir por las paredes de la jarra pero no llegaban al borde. Pasados unos minutos uno de los ratoncitos se rindió pensando que jamás llegaría a conseguirlo. El otro no cesó y aún aceleró más el pataleo de sus patitas traseras. Siguió agitando sus patas con la firme intención de poder llegar al borde. Tanto agitó las patas que comenzó a batir la leche, esta se convirtió en mantequilla y el ratón, apoyándose en la superficie, pudo salir de la jarra y salvar su vida».

En la mayoría de los casos, lo que aparenta ser lógico no conlleva ninguna solución concreta. La mente crea estructuras basadas en lo que conocemos, pero no significa que sean de ayuda cuando, en muchas ocasiones, nos han llevado a callejones sin salida. Cambiar es posible y todo empieza con la determinación del cambio y la confirmación de que uno debe dejar de querer tener razón. Reconocer un problema o una dificultad y dejarse ayudar es un buen primer paso.
Durante muchos años sabios y maestros de todas las tradiciones afirmaban que creer en algo era el inicio del cambio. Sogyal Rinpoché dice: «Si no sabes como hacerlo, aspira a ello». Aspirar es una forma de invocar, de imaginar, de sentir que puedes llegar aunque la mente diga que no. También evoca a una respiración profunda que trae un nuevo aire a nuestro cuerpo. Los terapeutas trabajamos con ello, trabajamos aportando al paciente nuevos caminos y buscamos evitar que ese «no» siga boicoteando al paciente. Lo que dicen sabios, maestros, psicólogos y terapeutas, ahora parece que la ciencia empieza a encontrar evidencias de lo que nosotros ya sabíamos.
A continuación copio una interesante entrevista que me llegó a través de Pau Fusté, terapeuta gestalt, amigo y compañero de viaje. Quiero destacar algunos puntos que los terapeutas ya conocemos y trabajamos en consulta de forma habitual:

  • El 93% del impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia. Es decir, de lo que nos llega del otro, lo que percibimos es menos de un 7%, donde entraría el lenguaje verbal y el corporal que percibimos.
  • El miedo es lo que nos cuesta cambiar. Pero se trata simplemente de una decisión.
  • Mantener un solo pensamiento negativo afecta contundentemente  al sistema inmunitario, dejándolo en una situación delicada durante 6 horas. De ahí que las enfermedades como el estrés y el cáncer afecten a la población actual. Y, en menor gravedad, sintamos que cercanos a un examen, entrevistas, visitas familiares, etc., enfermemos, cojamos dolores de garganta, anginas o resfriados.
  • Un valioso recurso para la preocupación es llevar la atención a la respiración abdominal. Y es que son muchas las técnicas que invitan a percibir lo mal que respiramos. En terapia corporal pongo mucho el acento en cómo y qué atención poner en la respiración. En pocos segundos un paciente que tiene un estado de ansiedad o de preocupación altos pasa a un estado de profunda relajación mediante técnicas respiratorias sencillas.

Esta es una entrevista que La Vanguardia Digital le realizó al Dr. Mario Alonso Puig quien es Médico Especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo, Fellow de la Harvard University Medical School y miembro de la New York Academy of Sciences y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia.

Psiconinmunobiología, lo que el corazón quiere, la mente se lo muestra.

Hasta ahora lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean contínuamente nuestro mundo. «Hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional. Por eso, lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando». Hay que entrenar esa mente
Tengo 48 años. Nací y vivo en Madrid. Estoy casado y tengo tres niños. Soy cirujano general y del aparato digestivo en el Hospital de Madrid. Hay que ejercitar y desarrollar la flexibilidad y la tolerancia. Se puede ser muy firme con las conductas y amable con las personas. Soy católico. Acabo de publicar Madera líder (Empresa Activa)
IMA SANCHÍS – 18/10/ 2004

-Más de 25 años ejerciendo de cirujano. ¿Conclusión?

-Puedo atestiguar que una persona ilusionada, comprometida y que confía en sí misma puede ir mucho más allá de lo que cabría esperar por su trayectoria.

– ¿Psiconeuroinmunobiología?

-Sí, es la ciencia que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la mentalidad y la fisiología del ser humano. Una conexión que desafía el paradigma tradicional. El pensamiento y la palabra son una forma de energía vital que tiene la capacidad (y ha sido demostrado de forma sostenible) de interactuar con el organismo y producir cambios físicos muy profundos.

– ¿De qué se trata?

-Se ha demostrado en diversos estudios que un minuto entreteniendo un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas. El estrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del cerebro y en la constelación hormonal.

– ¿Qué tipo de cambios?

-Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo. Y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar decisiones adecuadas.

– ¿Tenemos recursos para combatir al enemigo interior, o eso es cosa de sabios?

-Un valioso recurso contra la preocupación es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.

– ¿Cambiar la mente a través del cuerpo?

-Sí. Hay que sacar el foco de atención de esos pensamientos que nos están alterando, provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen que nuestras decisiones partan desde un punto de vista inadecuado. Es más inteligente, no más razonable, llevar el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental.

– ¿Dice que no hay que ser razonable?

-Siempre encontraremos razones para justificar nuestro mal humor, estrés o tristeza, y esa es una línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin tristeza, aparece otra línea. Son más importantes el qué y el porqué que el cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.

– Exagera.

-Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretacion de la realidad.

– Más recursos…

-La palabra es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva, específicamente personas con transtornos psiquiátricos, consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los circuitos que les generaban estas enfermedades.

– ¿Podemos cambiar nuestro cerebro con buenas palabras?

-Santiago Ramon y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metáforica. Ahora sabemos que es literal: «Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro».

-¿Seguro que no exagera?

-No. Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos.

– ¿Hablamos de filosofía o de ciencia?

-Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales. Científicos de Harward han demostrado que cuando la persona consigue reducir esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor coronario pueden reducirse un 80%.

– ¿Cuál es el efecto de las palabras no dichas?

-Solemos confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se transmite: la percepción va más allá de la razón. Según estudios de Albert Merhabian, de la Universidad de California (UCLA), el 93% del impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia.

– ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?

-El miedo nos impide salir de la zona de confort, tendemos a la seguridad de lo conocido, y esa actitud nos impide realizarnos. Para crecer hay que salir de esa zona.

– La mayor parte de los actos de nuestra vida se rigen por el inconsciente.

-Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido incorporando. Pensamos que la espontaneidad es un valor; pero para que haya espontaneidad primero ha de haber preparación, sino sólo hay automatismos. Cada vez estoy más convencido del poder que tiene el entrenamiento de la mente.

– Deme alguna pista.

-Cambie hábitos de pensamiento y entrene su integridad honrando su propia palabra. Cuando decimos «voy a hacer esto» y no lo hacemos alteramos físicamente nuestro cerebro. El mayor potencial es la conciencia.

– Ver lo que hay y aceptarlo.

-Si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar. Lo que se resiste persiste. La aceptación es el núcleo de la transformación.

«No hace falta empujar a la vida. Cuando el esfuerzo es necesario, la fuerza aparece».
Nisargadatta

-Fin de la entrevista. IMA SANCHÍS – 18/10/ 2004-
La ciencia empieza a ponerse al día. En el texto «La gran Paz Natural» de Sogyal Rinpoché nos recuerda:

La mente es la raíz de todo: creadora de la felicidad y creadora del sufrimiento, creadora del samsara y creadora del nirvana. En las enseñanzas tibetanas, a la mente se la llama “el rey responsable de todo” – kun ye gyalpo-, el principio universal que lo rige todo. Tal como el gran Guru Padmasambhava dijo: “No intentes cortar la raíz de los fenómenos, corta la raíz de la mente”. Esta es la razón por la que encuentro tan evocadoras estas palabras de Buda: “Somos lo que pensamos, y todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos creamos el mundo. Habla o actúa con una mente pura y la felicidad será el resultado”

El proceso de una terapia es aportar confianza al paciente para que pueda avanzar, ayudarle a crear y descubrir sus propias herramientas para solucionar los conflictos, darles nuevas formas de ver y ampliar su repertorio de posibilidades que le permitan tomar decisiones conscientes ante cualquier necesidad, descubrir cuales son los sentimientos auténticos y cuales son simples impulsos vacíos y, sobre todo, aprender a perdonarse y amarse a si mismo. Todo empieza en ti y con una decisión.

  • Fotografía de portada: Representación infográfica de una neurona y sus conexiones
  • Fotografía de artículo: Representación infográfica de un fractal
Manuel Cuesta Duarte manuelcuesta@paziencia.com

Manuel Cuesta, soy terapeuta gestalt con consulta en Granollers y online. Dirijo Paziencia desde 2010. Ofrezco acompañamiento en terapia individual y de pareja, dirijo grupos de supervisión para terapeutas y grupos de terapia. Colaborador de Cherif Chalakani desde hace 14 años. He sido docente del Proceso Hoffman en España, dirigido grupos de hombres en movimiento y colaborado con diferentes escuelas de formación Gestalt y corporal.

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